Un nuevo invento español podría convertirse en una de las mejores armas en la lucha contra la pandemia de coronavirus que hace ya un año que vivimos. Se trataría de un material que sería capaz de eliminar el coronavirus de las mascarillas y otros tejidos como batas de hospital, así como de superficies como barandillas y pomos de las puertas, lo que convertiría los espacios públicos en un poco más seguros para la población.
Concretamente, se trata de un nanomaterial creado por un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ya está trabajando para industrializar su comercialización y llevarlo al mercado. El nanomaterial está formado por nanopartículas de cobre que inhiben las proteínas del SARS-CoV-2 e impiden que se propague.
Por el momento, este nuevo invento ha generado altas expectativas y ya ha sido protegido por una patente. Si se consigue su comercialización, podría utilizarse para cubrir mascarillas quirúrgicas, batas y otro material hospitalario, y superficies que habitualmente generan contacto, como las barandillas del transporte público o los pomos de las puertas.
José Miguel Palomo lidera al grupo de investigadores de Química biológica y Biocatálisis del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC (ICP-CSIC), y ha contado con ayuda de otros científicos entre los que destacan Olga Abian y Adrián Vázquez, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IIS Aragón), el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) y la Universidad de Zaragoza.
Los investigadores han explicado que el material es muy eficiente inhibiendo las proteínas funcionales del SARS-CoV-2, especialmente la 'proteasa 3CLpro', que es la que interviene en el proceso de replicación del virus. También afectaría a la proteína 'spike', la que permite que el virus entre en las células humanas y se prepara para reproducirse.
Las partículas que forman este material son nanopartículas, es decir, que tienen un tamaño muy pequeño que aumentan su eficiencia. Están formadas por especies de cobre con un único estado de oxidación, lo que, según los investigadores, permite obtener una alta actividad biológica que hasta ahora no se había observado en ningún otro material.
Los creadores de este material aseguran, además, que serviría para cubrir diversas superficies a modo de aditivo, y ya se ha probado con éxito en su uso para cubrir mascarillas quirúrgicas homologadas de propileno o telas de algodón como las batas de los hospitales.
Los científicos señalan que «esto es de gran interés, ya que permitiría disponer de un nuevo tipo de mascarillas efectivas con inactivación directa frente al SARS-CoV-2, además de impedir la trasmisión por barrera mecánica (filtración), y permitiría contar con agentes textiles de protección para uso hospitalario».
Con la confirmación de que este producto sirve de recubrimiento para materiales tan distintos como la tela, el acero y el hierro, su uso podría ampliarse también para proteger superficies en lugares públicos como el transporte público, evitando así los contagios y permitiendo cierta normalización de la vida en esos ámbitos.
El coronavirus sobrevive varios días en algunas superficies
Este nuevo material de creación española podría ser muy útil para combatir la pandemia de coronavirus, ya que prácticamente desde su irrupción los científicos se han preguntado cuánto tiempo duran las partículas del virus sobre la ropa o los distintos materiales, a modo de intentar articular una mejor limpieza y desinfección en los espacios por los que pasan más personas.
Algunos de los estudios más recientes indican que el SARS-CoV-2 puede llegar a sobrevivir hasta 28 días en algunos materiales, por lo que contar con un producto que permita su eliminación directa sería una herramienta muy eficaz para acabar con el virus, o por lo menos reducir mucho su incidencia.
Concretamente, con una temperatura media de 20 grados centígrados, el coronavirus puede sobrevivir hasta 28 días sobre superficies de vidrios como las que componen los teléfonos móviles, así como los billetes de plástico. A medida que la temperatura aumenta, esta resistencia también disminuye, lo que explicaría que en verano se observase una transmisión más baja del coronavirus.
Pero además de la temperatura, hay otros factores que influyen en la transmisión del coronavirus sobre las diferentes superficies, como la cantidad de partículas del virus o si también hay fluidos humanos.