No hay duda de que Pablo Iglesias es uno de los políticos españoles que más polémica genera a su alrededor. Sus postulados izquierdistas, sus dotes dialécticas y su tono desenfadado generaron, cuando irrumpió en el panorama político español liderando Podemos, en 2014, una oleada de indiscutibles adeptos, pero también grandes masas de detractores. Desde entonces, Iglesias no ha dejado de ser el líder de la formación morada y su cabeza de cartel a nivel nacional, puestos que progresivamente irá cediendo a la actual vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
Desde 2014, Iglesias ha sido eurodiputado, diputado en el Congreso y vicepresidente segundo del Gobierno además de ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030. Un cargo privilegiado que dejó hace un mes para situarse como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones que se celebran este martes, día 4 de mayo. Una trayectoria, pues, de ascenso fulgurante, pero con un final poco habitual, renunciando a una vicepresidencia del Gobierno y a un papel capital en la política nacional para recaer en un escenario autonómico donde, según todos los sondeos publicados hasta el límite legal permitido, Unidas Podemos no pasará de la quinta posición y mantiene escasas opciones de gobernar.
'Escraches' a Iglesias y Montero en su vivienda, el famoso chalé de Galapagar
Iglesias levanta pasiones y odios que, a menudo, van más allá de la mera discusión en el terreno político. No es ningún secreto que el secretario general de Podemos es uno de los personajes más menospreciados por la derecha en nuestro país, y ello ha generado en ocasiones algunas tensiones en actos y mitines de la formación morada o en eventos con la presencia del líder de Unidas Podemos. Además, desde pocos meses después de acceder al Gobierno, Pablo Iglesias empezó a recibir protestas en las puertas de su domicilio particular, el famoso chalé situado en la localidad de Galapagar (Madrid), que comparte con su pareja la ministra de Igualdad, Irene Montero, y sus tres hijos en común.
Fue en mayo cuando arrancó esta oleada de protestas organizadas por el empresario hostelero Miguel Ángel Frontera, que en múltiples ocasiones participa en las concentraciones y asedia la casa de Iglesias y Montero insultándoles o grabándoles con su teléfono móvil. En las protestas participan a menudo decenas de personas, que blanden banderas de España y reproducen a través de altavoces el himno nacional. La recurrencia de dichas protestas, que recuerdan a los 'escraches' que en su día defendió Podemos, han obligado a la Guardia Civil y a la Policía Nacional a augmentar de forma notable la seguridad en la vivienda y a montar dispositivos especiales muy a menudo.
Denunciado ante la Justicia: «No puedo sacar a mis hijos al jardín por miedo»
Además, Pablo Iglesias e Irene Montero ya han puesto el asunto en manos de la Justicia a través de una denuncia. Este lunes, 3 de mayo, el medio digital 'Moncloa.com' publica las declaraciones en sede judicial de la pareja denunciando la situación que están viviendo en su domicilio tras estas manifestaciones. En una de estas intervenciones, Pablo Iglesias explica lo siguiente en referencia a Miguel Ángel Frontera: «Desde mayo, este señor viene a nuestro domicilio, al principio en grupos organizados, y luego solo y me dedica insultos como 'garrapata' o 'chepas'». Además, el exvicepresidente segundo del Gobierno explica que Frontera exhibe en una pancarta y dice verbalmente que «el único mérito de mi pareja es practicar felaciones y colocarse de rodillas. Estos hechos son una práctica habitual desde el mes de mayo».
En su relato judicial, Iglesias explica cómo la presencia de este individuo y de los grupos que le acompañan altera de forma sustancial su vida cotidiana. «Nos insulta constantemente, incluso usado megafonía propia, lo que me ha obligado a no sacar a los niños al jardín para que no tuvieran que escucharle. Dentro del domicilio, he tenido que cambiarles de habitación para evitar que le escucharan. No puedo sacar a mis hijos al jardín por miedo», declara según recoge 'Moncloa.com' quien, hasta hace poco más de un mes, ocupaba la vicepresidencia segunda del Gobierno. Iglesias confiesa que no puede salir a pasear con sus hijos ni con sus perros, y que hay amigos y familiares de la pareja que tienen miedo de visitarles en su domicilio.
«Mentalmente es muy difícil esta situación, estas todo el rato pensando como proteger a los niños y que acciones judiciales hay que emprender. Afecta a mis funciones como vicepresidente porque tienes la cabeza en otra cosa. Es difícil cumplir con las tareas por el cansancio y estrés para evitar que los niños sufran lo que están viviendo sus padres. Claro que afecta al rendimiento laboral», declaraba meses atrás Pablo Iglesias, que narró otra situación que ilustra perfectamente la situación por la que pasa: el 12 de julio de 2020 vio a Miguel Ángel Frontera grabándole sobre una roca a un metro de su domicilio mientras daba la cena a sus hijos en el porche de la vivienda.
«Fue intimidante ver a este señor grabándome en un momento tan personal en el que acababa de dar de cenar a mis hijos y estaba limpiando las tronas. En cuanto se bajó, le grabé para que pudiera constar e informé inmediatamente a la Guardia Civil», narra. No hay duda, pues, del momento complicado que viven Iglesias y Montero, y habrá que ver de qué forma termina el acoso que reciben en su vivienda particular.