El jueves 27 de enero, Hilda Llinàs, una joven de 30 años, se desplomó en las escaleras de su casa en Palma de Mallorca. Era la sexta vez que iba al médico en solo diez días, pero esta vez no llegó al centro médico. Sus familiares aún no conocen la causa de la muerte, pero tienen claro que podría haberse evitado.
Los médicos no ofrecen una explicación definitiva, aunque inicialmente apuntan a una embolia pulmonar. Siguen a la espera de los resultados de la autopsia, que aclarará el motivo real de la muerte de esta joven mallorquina. Todos los síntomas apuntaban a Covid-19, aunque las pruebas lo niegan.
Más allá de la causa de la muerte, los familiares de Hilda denuncian el abandono que sufrió la joven esos días. Creen que es un ejemplo más del abandono que están sufriendo muchos pacientes debido al colapso de los hospitales por el Covid-19. “Es culpa del coronavirus, en otro momento no hubiera pasado”, aseguran.
Síntomas de coronavirus
Hilda Llinàs era una joven de 30 años sin patologías previas graves y con toda una vida por delante, llena de proyectos. A principios de enero empezó a tener síntomas como tos seca, dolor de cabeza y fatiga. En plena sexta ola y con su hermano Joan positivo por coronavirus todo parecía llevar a un diagnóstico claro.
Llegaron a hacerle cinco pruebas, pero en ninguna de ellas dio positivo por coronavirus. La tos no cesaba y llevaron a Hilda a Urgencias al centro de salud de Escola Graduada, donde le dieron un jarabe. Según relata su madre en Última Hora, al día siguiente fue a visita con su médico de cabecera en Pere Garau.
Hilda le comentó al facultativo que le dolía el pecho y tenía molestias en el costado, pero la única recomendación fue que siguiera con el jarabe. El médico de la joven entendió que los dolores eran consecuencia de tanto toser, y la mandaron a casa. Ese mismo día tuvo que volver a Urgencias porque tenía las pulsaciones muy altas.
Periplo por los hospitales
“Cuando la visitaron en Urgencias se extrañaron de que no le hubieran mirado la tensión”, explica su madre. Entonces la enviaron al Hospital de Son Espases, centro de referencia, donde le detectaron la taquicardia e intentaron controlarla. Le pusieron oxígeno y tres bolsas de antibiótico para bajarle la fiebre.
Una vez estabilizada la mandaron de nuevo a casa, a pesar de que le habían diagnosticado una neumonía. “Eran la una de la madrugada y creíamos que se quedaría ingresada”, relata su madre. Pero le dieron el alta y le aconsejaron que fuera a ver a su médico de cabecera días después para hacer el seguimiento.
Tres días después la visitaron en el centro de atención primaria y no vieron ninguna mejoría, así que la mandaron de nuevo a Son Espases. Le detectaron líquido en los pulmones y le cambiaron el antibiótico, dándole cita para tres días después. Concretamente para el 27 de enero, el día en el que se desplomó bajando las escaleras de casa.
El día que murió Hilda
“Si hubiera estado ingresada en el hospital, el desenlace podría haber sido otro, no habría fallecido”, lamenta ahora su madre. El día fatídico estaban bajando las escaleras entre el cuarto y el tercer piso cuando Hilda se desmayó. Al principio la joven respiraba, pero dejó de hacerlo mientras llegaba la ambulancia.
Su hermano y un vecino la trasladaron al rellano para hacerle la reanimación antes de que llegaran las asistencias. Los sanitarios estuvieron reanimándola más de una hora, y efectuaron hasta tres descargas. Finalmente certificaron la muerte de la joven, por una causa aún indeterminada.
Hilda Llinàs murió de forma inexplicable tras un fatigante periplo por varios centros de salud y hospitales. A pesar de la gravedad de su situación, en ninguno de ellos estimaron oportuno mantenerla ingresada para tratar la neumonía. Sus allegados creen que esto fue determinante para el trágico desenlace.
Ahora no paran de darle vueltas a lo que ha sucedido mientras esperan los resultados de la autopsia. Su madre asegura que “ella se sentía desamparada, me decía que de qué sirve ir al médico si no te hacen caso a no ser que tengas el covid”. “Si la hubieran ingresado, si la hubieran visitado…”, no deja de repetirse.