Tomás Gimeno tenía en mente un plan macabro para acabar con la vida de sus hijas sin dejar rastro.
Su objetivo era desaparecer del mapa junto a las niñas para causarle a su exmujer el mayor daño posible. Quería que Beatriz viviese de por vida con la incertidumbre de no saber que había pasado con sus hijas y con la esperanza de que estuvieran vivas.
Tras repetirle a su exmujer que se marcharía muy lejos de Canarias y que cuidaría de Anna y Olivia, el presunto filicida escogió una zona inaccesible para lastrar los cadáveres.
Un vertedero de barcos frente a la costa de Tenerife que se utiliza para este fin, precisamente, por su gran profundidad y compleja orografía.
El buque Ángeles Alvariño: la pieza clave en la investigación de las niñas de Tenerife
Consciente de que las labores de búsqueda iban a ser tremendamente complejas en el fondo marino, Tomás Gimeno diseñó un plan que no tuvo en cuenta la existencia del buque oceanográfico.
Sin la ayuda del Ángeles Alvariño, las tareas de rastreo hubiesen sido completamente infructuosas y los hallazgos nunca se habrían producido.
Dotado de un sonar y un robot submarino capaz de recoger muestras a más de 2.000 metros de profundidad, la embarcación fue crucial para la investigación.
De hecho, es la primera vez que el Instituto Nacional de Oceanografía cede esta embarcación para realizar labores de búsqueda asociadas a un crimen. Un hecho histórico que ha sido reconocido por el propio delegado del Gobierno en las Islas Canarias, Anselmo Pestana.
«Ha sido una intervención inédita. Una suerte para poder, al menos, y desgraciadamente, despejar dudas para no tener un caso más de desaparición de niños abierto en Canarias», ha referido
Los propios agentes de la Guardia Civil de Tenerife, convencidos de que la investigación se tenía que centrar en el mar, propusieron a la jueza del caso desplazar el buque desde Galicia.
A través de un exhaustivo y detallado informe repleto de indicios, la magistrada aprobó la participación del Ángeles Alvariño en la búsqueda a pesar de su elevado coste.
Unos 10.000 euros al día que incluyen gastos de mantenimiento y del personal a bordo, que ha trabajado las 24 al día en distintos turnos.
Los hallazgos casuales que Tomás Gimeno no tuvo en cuenta en su macabro plan
No obstante, la presencia del buque no fue el único factor que Tomás Gimeno dejó al margen de su maquiavélico plan.
Además del trabajar insaciablemente, los investigadores también han tenido golpes de suerte que han posibilitado el esclarecimiento de los hechos. El primero de ellos fue el hallazgo de la botella de oxígeno y la funda nórdica en el fondo del mar.
Las labores de búsqueda estaban a punto de finalizar tras varios días sin encontrar pistas, pero el hallazgo de estos objetos prorrogaron la estancia del buque en Tenerife.
Aunque la madre de Anna y Olivia estaba convencida de que eran pistas falsas, la Guardia Civil era consciente de que estaban más cerca de confirmar la hipótesis del parricidio.
«Lo de las pistas falsas me deja muy perpleja. ¿Cómo va a suponer alguien tirando esos objetos a mil y pico metros que lo van a encontrar?. Es que hasta la propia Guardia Civil admite que ha sido un hallazgo casual», señalaba la periodista Cruz Morcillo en 'El Programa de Ana Rosa'.
Sin embargo, este golpe de suerte fue fundamental para realizar el más importante de los hallazgos: el cuerpo sin vida de la pequeña Olivia. Localizar a la pequeña ha sido crucial para el caso, aunque también fue fruto de la casualidad y de un factor que Tomás Gimeno no tuvo en cuenta.
Las viejas naves abandonadas en el fondo marino facilitaron la localización del cuerpo de la mayor de las niñas. El ancla que lastraba a la pequeña se quedó enganchada en una de estas embarcaciones hundidas, lo que permitió que no descendiera a más metros de profundidad.
Por esta razón, los investigadores no se muestran optimistas en cuanto al hallazgo de los cuerpos de Anna y Tomás Gimeno. La búsqueda continuará hasta mañana, pero la Guardia Civil es consciente de que es casi imposible volver a tener otro golpe de suerte.