Hace algo más de un mes que el Ángeles Alvariño continúa en la ardua tarea de encontrar el cadáver de Tomás Gimeno y de Anna. Conforme avanzan los días, el plano de acción se cerca más sobre una posición concreta, y sobre todo surgen más conclusiones. La última viene por parte de los investigadores de la Guardia Civil, que creen que el parricida saltó en la zona donde aparecieron los biberones.
"Lo más probable es que saltara en la zona de aparición de los biberones y posteriormente le arrastrase la corriente", escribe uno de los agentes en un informe del buque. La principal hipótesis que se baraja es que asesinó a las dos pequeñas antes de tirarlas al mar, y a posteriori se quitó la vida.
Además, los detectives consideran que por el peso del lastre que sujetó a su cuerpo, el hecho de encontrarlo será muy complicado. Todo apunta a que el cadáver del padre rodaría por una ladera submarina hasta recalar en una profundidad imposible de alcanzar por el robot.
Arrastrado por el mar
"Dadas las corrientes en el fondo, no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando hasta llegar a un lugar no determinado", informan los expertos. Por si fuera poco, existe otra desgracia que gira en torno a esta razón, y es que se desestima la búsqueda de Anna.
Fuentes policiales comentan que resulta imposible para el barco, lo que inhabilita cualquier intención de continuar con el rastreo. Por el momento, según el TSJ de Canarias, se han logrado reconstruir los 14 kilómetros a la deriva que realizó la barca del asesino. De hecho, han descubierto en qué momento el teléfono dejó de estar operativo.
"Durante un corto período de tiempo los motores volvieron a funcionar", comentan los agentes. En este período la embarcación avanzó hacia su destino final, donde Tomás terminaría con su vida. El Ángeles Alvariño inició la búsqueda en un diámetro de 500 metros alrededor de ese punto.
Según la información de los especialistas sobre la posibilidad de peinar los 14 kilómetros, se trataría de una búsqueda de otro mes en turnos de 8 horas. Este proceso hace que encontrar los cadáveres sea muy complicado y hacerse con las botellas de aire resulta imposible.
Un espacio de acción limitado
De los primeros 35 minutos que el bote permaneció sin rumbo, el robot realizó un total de 60 kilómetros de trayecto surcando el lecho marino. Lo hacía con una separación de al menos cinco metros, de esta forma consiguió recorrer una distancia de 611 kilómetros cuadrados.
Este camino solo se correspondería a los primeros 35 minutos en los que la barca vagó por el mar. Si se realiza una comparativa con el trazado que aporta el TSJ, esta investigación habría cubierto un total de 700 metros de los 14 kilómetros totales.
Además, los expertos confirman que las posibilidades de que se haya perdido algún elemento en esos metros de acción son inexistentes. "Pudiendo asegurar al 100% que el cuerpo no se encuentra en esa zona" comentan.
Entonces ¿dónde se encuentra el parricida? Según convienen los agentes, la teoría más aproximada es que saltara en la zona de los biberones. A pesar de ello, el cuerpo no ha aparecido, y este hecho se debe a que posiblemente lo arrastrase la corriente.
Durante este mes, los operadores del Ángeles Alvariño no han dejado de buscar tanto a Anna, como a él. Por desgracia el robot no puede acceder a tales profundidades por su construcción. El caso, por el momento, aún no conoce su final.