La estrategia del Gobierno de Sánchez para aumentar la recaudación y presentar unas cuentas aceptables en Bruselas después del verano ya está en marcha y, a pesar del celo con el que se protege el plan para los presupuestos de 2021, Hacienda lleva días trabajando para cuadrar los números a través de una fuerte subida de impuestos.
Si algunos pensaban que lo peor ya había pasado, están muy equivocados. El Gobierno se prepara para una difícil situación después del verano, con el desafío de un nuevo rebrote y las exigencias de la Unión Europea para conceder unas ayudas que son puro oxígeno para la economía española, la más castigada de la eurozona por los efectos del confinamiento.
A diferencia de la crisis financiera de 2008, en este caso las instituciones europeas centran sus recetas para la recuperación en políticas «contracíclicas», es decir, evitar que los trabajadores pierdan poder adquisitivo y que los servicios del Estado se reduzcan.
Esto es una ventaja para el Gobierno, pero para cuadrar unas cuentas de difícil solución tiene que aumentar como sea la recaudación y la subida de impuestos es la forma más rápida y eficaz para hacerlo. Hacienda se centra estos días en estudiar a qué sectores se puede aplicar esa subida para garantizar la continuidad del gasto público.
El primer paso, y toda una declaración de intenciones, ha sido la tramitación de las tasas Google y Tobin, sendos impuestos a las transacciones financieras y a los gigantes tecnológicos con los que prevé la recaudación de 2.000 millones de euros. Un buen picotazo, pero insuficiente teniendo en cuenta que sólo la renta vital ya supone un gasto de 3.000 millones.
Ni siquiera la subida del IRPF a las rentas más altas, del impuesto de sociedades y del diésel serán suficientes para amortiguar el gasto ante la crisis, así que los técnicos del Gobierno están explorando otros terrenos recaudatorios que pasan por la creación de nuevos peajes en las autopistas, la subida del IVA y nuevos impuestos de carácter especial, por ejemplo al turismo.
Descontento en las calles
Mediante la aprobación de una impopular subida de impuestos a las clases medias el Gobierno conseguiría, sin embargo, evitar un plan de austeridad que recordaría a los peores momentos del gobierno de Rajoy en plena crisis financiera.
El Gobierno cuenta con la ventaja de que la Comisión Europea es diferente a la de entonces, y ahora le pide que se gaste todo lo que pueda para evitar el colapso de su economía, así que dará el visto bueno a todas las medidas que vayan en ese sentido aunque mantenga la dureza en reformas estructurales como las pensiones y el trabajo.
De momento, en el Gobierno ya asumen que tendrán que impulsar medidas impopulares con una fuerte subida de impuestos a las clases medias y el adiós definitivo al gasto en infraestructuras, así que el Gobierno se prepara para aguantar el previsible incremento de la presión en las calles y en el parlamento.
En ese sentido, Unidas Podemos ve como se aleja cada vez más su sueño de aumentar los impuestos a los ricos, ya que el sector del PSOE sólo está dispuesto a aceptar subidas en patrimonio, donaciones y sucesiones, y por otro lado, la subida de impuestos aleja a Ciudadanos de la órbita del Gobierno, junto en el momento en el que Sánchez considera a la formación de Inés Arrimadas un socio mucho más fiable que ERC.