Manuel Murillo Sánchez ha comparecido ante la Audiencia Nacional el pasado martes 15 de marzo tras ser acusado de planear asesinar a Pedro Sánchez. Murillo, que se define como una persona "sensible", fue arrestado por los mensajes que intercambió por Whatsapp donde tenía previsto atentar contra la vida del presidente del Gobierno.
Durante su declaración ante el tribunal afirmó que dichos mensajes fueron fruto del alcohol y que solo eran "disparates" y consecuencia de una "ensoñación de patriotismo".
Hijo de un franquista y afín a Vox
El acusado de 65 años formaba parte de un grupo de Whatsapp simpatizante del partido ultraderechista de Vox. En dicho grupo, los integrantes se intercambiaron numerosos mensajes contrarios al Gobierno.
Entre julio y septiembre de 2018, con motivo de la exhumación de Franco, Murillo estalló contra los planes del Ejecutivo. Mostró su deseo de poner a Sánchez "en el punto de mira", y hacer que sus huesos terminaran ocupando la tumba del dictador.
"Si lo sacan me cargo a Sánchez, mi mayor ilusión es meter al traidor de Sánchez debajo de la lápida de Franco", escribió. "Tendremos que ir de francotiradores anónimos cargándonos a esos hijos de puta poco a poco", continuó publicando en el grupo. "Soy francotirador y con un tiro preciso se acaba el Sánchez", añadió.
Además, Manuel aseguraba que iba a pedir ayuda a Federico Jiménez Losantos y que Santiago Abascal debía conocer sus planes. Todo un planteamiento que indicaba su intención de atentar contra la vida de Pedro Sánchez.
Tal era el calibre de sus mensajes que uno de los integrantes del chat, militante de Vox, decidió denunciarle. Tras ser detenido, en su defensa alegó que todo era fruto de la borrachera. "Cuando bebía me salía el instinto patriótico y los sentimientos que tenía cuando era niño, en tiempos de Franco".
Y es que el acusado es hijo del último alcalde franquista que la localidad de Rubí, en Barcelona, tuvo en la época de Franco. Toda una vida marcada por la dictadura que le convirtió en una persona afín a la ultraderecha más conservadora.
El acusado tenía un arsenal de armas
En el momento de la detención, la Policía le incautó en su domicilio un arsenal de armas de todo tipo. Murillo contaba con tres revólveres, una escopeta, un fusil, una ballesta y hasta explosivos, entre otras cosas.
Según él, pertenecían a su colección y las compraba por internet como recuerdo de la guerra civil. El acusado afirma que no tenía intención de usarlas y que solo practicaba el tiro como entretenimiento en una galería.
"Soy una persona sensible, con 65 años no me he peleado nunca", se defendía ante el fiscal. "Cuando me arrestaron dijeron que quería ir contra yihadistas, contra Sánchez, que se aclaren, que a todo no puede ser que fuera", espetaba en el tribunal.
Ante la Audiencia Nacional se ha presentado como un hombre trabajador, con una hermana enferma y una madre mayor a la que quiere cuidar. Confesó tener deudas con Hacienda, pero negó haber planeado matar a Pedro Sánchez.
La fiscalía pide para él 18 años y medio de prisión por un delito de homicidio en grado de proposición con agravante de discriminación ideológica. Además de tenencia de armas prohibidas así como munición y explosivos de guerra.
Dado su arsenal y los mensajes que intercambió en el grupo, consideran que Murillo tenía intención de atentar contra el Presidente. Él lo niega afirmando que "nunca pensé en hacer algo tan gordo", y añade que se sintió "un héroe para salvar España", "un Rambo", señala.
Pese a ser un aficionado a las galerías de tiro y a las armas, el acusado ha confesado en la Sala de lo Penal no ser bueno con ellas. "No soy francotirador ni mercenario ni asesino, no voy a cazar; lo máximo que he tirado son 50 metros en la galería de tiro".