En un mundo donde las aplicaciones legales parecen la única arma o herramienta en el que agarrarse, en ocasiones se olvidan virtudes que en multitud de conflictos han ayudado al ser humano a seguir adelante. Uno de estos casos que no atiende a la razón a través del sentimiento es el de Francisco, un joven de 22 años, que tras salir en defensa de su madre cuando el que por aquel entonces era su pareja acudió al domicilio familiar, se enfrenta ahora a una pena de homicidio por acabar con la vida del agresor de su madre.
Según comunica el joven a 'Levante' el hombre la agarró «fuertemente del cuello con ánimo de menoscabar su integridad física». Así lo ha testificado frente a un juzgado de violencia el mismo día que acabó con la vida del hombre de 47 años. Desde este instrumento judicial se le atribuye un delito de homicidio, aunque en el auto de los hechos se incluye que la persona agredida acudió a un hospital donde se negó a que le realizarán las pruebas pertinentes para descartar posibles consecuencias en el organismo.
Tras este desagradable desenlace se celebró un juicio rápido por malos tratos, en el que el hombre agredido fue condenado a 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad. Apenas unas horas más tarde, mientras regresaba del acto judicial y se dirigía al domicilio de su hermano, caía al suelo y, pese a los intentos de reanimación los servicios sanitarios confirmaban su muerte in situ.
La versión del joven
Si bien no justifica su acto de violencia, si es cierto que asegura que su única intención fue defender a su madre. «Fue un forcejeo y caímos al suelo, solo quería defender a mi madre» declaró ante la jueza la semana pasada, que además niega haberle propinado puñetazos y señala que el fallecido al caer al suelo seguía amenazando con «arruinarles la vida».
Después de haber tomado declaración a varios vecinos del inmueble, y a la propia víctima de malos tratos, la juez entiende que tras producirse el acto violento fue el fallecido quien se golpeó con el suelo. Los hechos ocurrieron el 25 de noviembre de 2019 en Torrent, y tuvieron como testigo la joven de siete años del fallecido, a quien se le ha tomado declaración a través de la cámara Gessel.
El agresor acudió con la pequeña a la vivienda donde ocurrió, y comenzó a timbrar se forma insistente para que le abrieran. Antes de que las fuerzas del orden pudieran llegar a la casa y alertada por la víctima, el joven acusado hizo acto de presencia. Acto seguido le dijo a su agresor que se marchara del lugar, hecho que provocó el conflicto de consecuencias nefastas.
El fallecido tenía 47 años algunas entre sus patologías se encontraba el consumo habitual de drogas y tenía cirrosis hepática. Fue atendido en el centro de salud, y posteriormente en el Hospital General de València al aquejarse de un fuerte dolor en su lado izquierdo. A pesar de ello, aunque se le recomendó realizar una prueba radiológica para descartar posibles lesiones, la víctima se negó, por lo que se le dio el alta.
Una muerte súbita
Al mediodía del día siguiente sufría un desmayo cuando iba a visitar a su hermano. Los forenses han podido establecer tras realizar las pruebas pertinentes que la causa de la muerte se debió a la rotura del bazo por un traumatismo torácico, situación compatible con un fallecimiento de carácter homicida.
Las pruebas de tipo toxicológica indican que el fallecido había consumido alcohol y otras sustancias depresoras del sistema nervioso central, así como cocaína, que actúa como estimulante, en las horas previas a su muerte.
La defensa del joven ha recurrido el auto de su cliente y solicita el sobreseimiento libre del mismo, puesto que no existen «indicios razonables de criminalidad». Se argumenta de esta forma, ya que no existía intención del joven de causar la muerte del agresor, sino que solamente quería evitar que su madre saliera herida.