Las carreteras españolas se cobraron otra vida el martes por la noche en el polígono Río de Pozo en Narón (La Coruña). El fallecido es Francisco Peña Cabarcos, un hombre de 44 años muy conocido y querido en la zona. Francisco trabajaba de camarero en el restaurante Trasanquesa, en Valdoviño.
Al conocerse la tragedia se han sucedido las muestras de dolor con decenas de mensajes en las redes sociales. Le han recordado como un profesional intachable, que además se hizo querer por todos: “era uno más”. Su muerte ha causado consternación y ha dejado un gran vacío en el entorno.
Francisco Peña Carabacos, de 44 años y vecino de la parroquia de Castro, era padre de una adolescente. La empresa donde trabajaba ha mostrado su pesar por la pérdida de Francisco y ha expresado sus condolencias a la familia. Las autoridades refuerzan el mensaje de prudencia al volante.
Murió al volcar su furgoneta
El accidente en el que murió Francisco tuvo lugar el martes, sobre las 23:30 horas, en una glorieta del citado polígono. Según informa La Voz de Galicia, la furgoneta que conducía el fallecido volcó al realizar un giro en la rotonda. El hombre quedó atrapado y murió instantes después.
Cuando llegaron los servicios de emergencia, el único accidentado ya había fallecido como resultado de las lesiones. Los Bomberos de Narón tuvieron que excarcelar al fallecido, que había quedado atrapado en el vehículo. La Policía Local de Narón realizó el atestado, sin que hubiera más vehículos implicados.
Todo apunta a un desafortunado accidente en el que perdió la vida este querido vecino. El fallecido vivía en una localidad cerca de donde se produjo el accidente y donde tenía su lugar de trabajo. En el restaurante donde hacía de camarero la noticia llegó como un mazazo, entre gran estupefacción.
Atento, amable y servicial
Todos coinciden en señalar el carácter amigable de este camarero que siempre tenía una sonrisa para todos. La gerente del restaurante, Tania Rivera, así lo ha confirmado: “Cuando alguno de nosotros tenía un mal día, Fran siempre nos levantaba los ánimos con sus buenos consejos, su positividad y su alegría”.
Francisco llevaba nueve años trabajando en ese restaurante, y se había convertido en uno más de la familia. “Atento, amable, servicial”, así es como le recuerda la gerente, “siempre contento y levantando los ánimos en los momentos difíciles”. Además, Rivera destaca su compromiso con este negocio familiar.
Recientemente, el restaurante fue objeto de una serie de robos que les llegaron a dejar sin suministros para los eventos contratados. Incluso tuvieron que cambiar de ubicación hace dos meses. Desde entonces el restaurante se encontraba en un lugar más visible, al borde de la carretera de Valdoviño.
Un pilar del negocio
Durante ese período de dificultades para el negocio, Francisco fue uno de los pilares que lo mantuvieron en pie. Su compromiso y su energía fueron imprescindibles para que el local de la familia Rivera González superara el bache. Por eso su muerte ha supuesto un golpe aún más duro de encajar.
Los dueños del restaurante anunciaron ayer en redes sociales la cancelación de las reservas para el miércoles y el jueves. Lo que siguió fue una avalancha de comentarios lamentando la tragedia y recordando con cariño al fallecido. Además de su amabilidad, han destacado su generosidad con los demás.
La familia Rivera González ha expresado su consternación por la muerte de Francisco y ha trasladado sus condolencias a la familia. En especial a su hija, a sus padres y a sus hermanos. Mañana el restaurante volverá a abrir sus puertas, pero los clientes ya no podrán disfrutar más de la amabilidad del camarero.