Francisco de Pablo Páez, un madrileño de 32 años, desapareció de manera extraña hace ya un mes. Estaba jugando a la PlayStation con un amigo y salió un momento de casa con la intención de regresar pronto. Desde entonces no hay ni rastro de él, y su madre Juana lo busca sin descanso.
La policía mantiene abierta una investigación para esclarecer lo ocurrido, pero de momento no tienen ninguna pista. El joven atravesaba un mal momento, así que la posibilidad de una desaparición voluntaria sigue encima de la mesa. Además, la justicia ha rechazado autorizar la geolocalización de su teléfono móvil.
La familia se siente indefensa ante este obstáculo que impide avanzar en la negociación. Es lo mismo que ocurrió con el reciente caso de Domingo Benítez, un hombre desaparecido en diciembre en el entorno de Granada. El juez también denegó la autorización al considerarlo una violación de su intimidad.
'En una hora vengo'
El lunes 21 de marzo, en torno a las cuatro y media de la tarde, Francisco salió de su casa en el barrio de Hortaleza de Madrid. Estaba jugando con un amigo suyo a la videoconsola. “En una hora vengo”, fue lo último que le dijo, pero desde entonces le perdieron el rastro y no han vuelto a saber de él.
Según ha explicado su madre en Caso Abierto, “vivía solo, independizado, pero ese día estaba con otro amigo jugando a la PlayStation”. Su amigo se quedó jugando mientras Francisco estaba fuera. Al ver que pasaban las horas y no regresaba salió a buscarlo, pero nada dio resultado.
Desde entonces buscan a Francisco sin descanso, pero es como si se lo hubiera tragado la tierra. “Las redes arden, la policía continúa con la investigación, pero no hay respuesta, nada nos lleva a él”, afirma la madre del joven. La única verdad segura es que Francisco salió de casa y ya no volvió.
Se fue sin dinero ni documentación
Una semana después se puso en marcha todo el proceso para buscar al joven en paradero desconocido. Al parecer llevaba meses atravesando un mal momento personal, y se había distanciado de su familia. Aun así, su familia y los investigadores descartaron desde el primer momento la marcha voluntaria.
El joven, que trabajaba esporádicamente de albañil haciendo reformas en casas, salió de su domicilio sin dinero ni documentación. Solo llevaba consigo las llaves y el teléfono móvil, aunque tampoco dio pistas sobre dónde iba. Llevaba dos teléfonos encima, pero al poco de desaparecer dejaron de funcionar.
También te puede interesar:▶️Fallece Mikel con solo 30 años mientras celebraba su cumpleaños
A pesar de las sospechas de la familia y la policía, técnicamente no se puede descartar una fuga voluntaria. Por eso la justicia interpreta que permitir el acceso a la actividad telefónica de Francisco supondría una violación de su intimidad. En esa misma línea, también ha denegado el permiso para la geolocalización.
Atados de pies y manos
Conocer la última ubicación del teléfono móvil de Francisco supondría un paso de gigante en la investigación. Sin embargo, Juana lamenta que “la policía está atada de pies y manos” ya que “no sabemos donde buscar”. Un mes después, sin esa herramienta la investigación sigue dando palos de ciego.
Ya van varios casos en los que esta decisión judicial entorpece las labores de búsqueda de la policía. “Tener ese dato nos facilitaría mucho toda la investigación”, lamenta su madre, preocupada por la larga ausencia de su hijo. Como ella, otros familiares sienten la amarga impotencia ante este hecho.
El año pasado, SOS Desaparecidos presentó una petición formal para autorizar a la policía el acceso a la geolocalización de los teléfonos. Se trataría de poder acceder al terminal sin necesidad de que lo autorice un juez, aunque siempre con criterios justificados. De momento sigue en standby.
El caso de Domingo Benítez
Esta misma semana han encontrado el cuerpo sin vida de Domingo Benítez, un hombre de 53 años desaparecido el 29 de diciembre en Granada. La justicia también denegó la geolocalización al considerarlo una desaparición voluntaria. Domingo era alcohólico y estaba pasando por una depresión.
La familia consideraba que Domingo era una persona especialmente vulnerable, y que por lo tanto su vida primaba por encima del derecho a la privacidad. Antes de desaparecer había amenazado con suicidarse. Estaba atravesando un proceso de divorcio, y había intentado quitarse la vida otras veces.
Nada de eso fue suficiente para autorizar el acceso a su teléfono móvil. Ahora se repite el mismo caso con Francisco, que hace un mes salió de casa para encontrarse con alguien y desde entonces no se sabe nada de él. La familia y la policía piden la colaboración ciudadana para ayudar a encontrarlo.