Anna Maria Mantile, profesora italiana fallecida tras ponerse la vacuna

Fallece de paro cardíaco una profesora 4 días despúes de recibir una de las vacunas

La mujer empezó a sentirse mal dos horas después de recibir el suero

La campaña de vacunación para tratar de frenar la pandemia lleva en marcha varios meses y ya son una gran cantidad de personas las que han recibido el suero contra el coronavirus en todo el mundo, incluidas las infantas Elena y Cristina.

La finalidad es conseguir combatir al virus que nos ha cambiado la forma de vivir, pero el proceso para llegar a conseguir este objetivo no está siendo nada fácil. 

Muchas de las personas que ya han recibido la vacuna han sufrido algunos efectos secundarios, tanto es así que más de un centenar de profesores han tenido que ausentarse en el trabajo por este motivo. 

Para la mayoría de los maestros solo se ha quedado en un poco de fiebre o malestar, pero este no ha sido el caso de Anna Maria Mantile. 

Esta profesora italiana de inglés de 62 años ha fallecido en Nápoles tan solo cuatro días después de haberse puesto la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus

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La denuncia de la familia

El pasado sábado, 27 de febrero, Anna Maria, que no padecía ninguna patología previa, acudió a recibir el suero junto a su hermano Sergio. Tras cuatro días de vómitos y agotamiento, el pasado martes, 2 de marzo, la maestra falleció por un paro cardíaco.  

A pesar de que la defunción se produjo solo 92 horas después de recibir el suero contra el coronavirus, por el momento no existe ninguna correlación entre la inyección y el deceso.

No obstante, la familia de la italiana ha exigido todas las pruebas necesarias para aclarar las causas de la muerte. Además, también han presentado una denuncia ante la policía en la que han relatado la evolución de la mujer tras haber sido inoculada con el fármaco. 

Anna Maria empezó a encontrarse mal tan solo dos horas después de la administración de la vacuna y más tarde empezó a percibir los primeros síntomas: vómitos y agotamiento. 

La profesora no se alarmó porque se trataba de una reacción bastante extendida, pero decidió contactar con el médico de cabecera. El doctor le prescribió suero para hidratar el organismo, un remedio que consiguió que sintiera una ligera mejora. Sin embargo, al día siguiente volvió a experimentar náuseas e incluso se llegó a desmayar. 

El martes por la mañana Anna Maria seguía con muchísima sed, pero sin fuerza y se encontraba en un estado de semiinconsciencia, por lo que su madre, con quien residía, llamó a los servicios de emergencias.

Los sanitarios le realizaron un electrocardiograma que reveló que su pulso era lento, por lo que la maestra fue trasladada al hospital en una ambulancia. 

La mujer llegó al centro médico con vida, pero nunca llegó a salir de él. Anna Maria falleció en la clínica a causa de un paro cardíaco. No padecía ninguna patología previa y la única medicación que tomaba era para controlar el colesterol. 

A la espera de los resultados de la autopsia

Aunque en un principio su defunción no se ha ligado a la vacuna contra el coronavirus, tras las denuncias de la familia, la Fiscalía ha solicitado que se le realice la autopsia al cadáver de la profesora para determinar cuál ha sido la verdadera causa del deceso. 

Desde el gobierno regional de Nápoles también han señalado que harán todo lo posible para aclarar si el suero de AstraZeneca ha tenido algo que ver con la muerte de la maestra.

«La noticia de la defunción de Anna Maria Mantile nos deja consternados y plantea muchas preguntas. Preguntaré al Consejo Regional para arrojar luz sobre el funcionamiento del sistema de vacunación, sobre los métodos y efectos de la administración», ha explicado Severino Nappi a un medio local. 

«Pero para evitar que esto vuelva a suceder, es más necesario y urgente que nunca realizar una verificación exhaustiva del correcto funcionamiento de la cadena de vacunación».

El fallecimiento de Anna Maria Mantile ha supuesto un golpe muy duro para sus allegados, para sus amigos, para sus compañeros de trabajo y para sus alumnos del instituto en el que daba clases, que permanecen a la espera de los resultados de la necropsia.