Imagen de un cielo estrellado con una persona mirando

Los científicos explican los extraños ruidos del cielo en cuarentena

Las redes sociales se han llenado de vídeos donde se oyen 'trompetas'

Ahora que la pandemia ha conseguido que millones de personas de todo el mundo permanezcamos en nuestras casas, las ciudades han quedado abandonadas y silenciosas. Un silencio que ha dado lugar a que  se escuchen toda clase de sonidos extraños.

Distintos países de latinoamérica se han hecho eco de estos extraños ruidos, semejantes a trompetas, provenientes del cielo en la última semana y lo han compartido en las redes sociales. La mayoría de estas publicaciones han sido grabadas desde Argentina donde han sido más frecuentes.

Como era de esperar, la gente que ha podido escucharlos, han comenzado a fabular el origen de estas 'trompetas' achacándolas a aliens o fantasmas o incluso han opinado que se tratan de las «trompetas del juicio final».

Lejos de hipótesis apocalípticas, el científico del Servicio Geológico de EE. UU,  David Hill, asegura que estos sonidos son más frecuentes de lo que pensamos y que ya se dieron años atrás en otros países como el Reino Unido y EE. UU. Además su origen es más común y atendería a cuestiones más naturales.

Hill sostiene que cuando las olas golpean con fuerza los acantilados, liberan pequeños cristales de gas metano que provienen del océano provocando una combustión que puede provocar estruendos  debido al choque entre corrientes de aire frías y calientes.

Así mismo, la precipitación de meteoritos también explicarían la aparición de estos ruidos: «Los meteoritos que penetran en la atmósfera superior se convierten en meteoros, que pueden producir auges sónicos de intensidad variable» asegura el científico.

La actividad humana también podría ser otro de los factores que provocarían estos extraños ruidos como por ejemplo la realización de ejercicios militares  culpables de una contaminación auditiva.

Los medios argentinos sostienen que, la paralización de los ciudadanos, ha provocado un silencio en las calles haciendo que las personas sean más conscientes de los ruidos de su entorno que, seguramente, se producen con mayor asiduidad pero que pasarían desapercibidos con el bullicio en situaciones normales.