Las autoridades sanitarias ya no lo niegan, la situación en España es preocupante. La «nueva normalidad» ha empezado con 11 rebrotes activos en 7 provincias españolas y, mientras se intenta contener los focos, se pone el foco sobre la disciplina de los ciudadanos en esta nueva fase. En concreto, hay un sector de la población que preocupa por su actitud.
Se trata de los jóvenes, un sector en el foco de los expertos tras conocerse que el brote en una empresa hortofructícola de Zaidín (Huesca) se originó en un botellón al que acudieron varios empleados. Esto se suma al temor de que con el levantamiento de las restricciones se multipliquen las fiestas privadas en domicilios y reuniones en los parques.
Este tipo de actitudes ya fue objeto de sanciones durante el estado de alarma: el primer fin de semana que se permitió la salida de los adultos, sólo en Madrid se hicieron 400 intervenciones y se pusieron 97 multas. También a medida que avanzaban las fases de desescalada se notó una relajación de las medidas de prevención en las terrazas, sobre todo entre los jóvenes.
Por eso los expertos advierten que este es el grupo de población que toma menos medidas. «A muchos les vemos en la calle abrazados, sin mascarilla y fumando», dice José Ramón Ubieto, psicoanalista de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Pero este profesor pide no caer en la criminalización de este sector, cuya actitud justifica por la sensación de invulnerabilidad y omnipotencia a esas edades. Eso les lleva a tener una menor percepción del riesgo y a transgredir las normas como forma de autoafirmación.
«Los jóvenes necesitan mucho el contacto con el otro, su identidad y estilo de vida depende mucho de la continua reafirmación con el otro, y eso pasa por el contacto físico porque el cuerpo es un elemento fundamental». Esta es la explicación que da este psicoanalista a las actitudes de los jóvenes en plena crisis sanitaria mundial.
Otra experta, la doctora en psicología Silvia Álava, ofrece una explicación aún más científica. Según dice, la zona del cerebro que evalúa el peligro, que es el lóbulo frontal, no termina de madurar hasta los 25 años. Además, los jóvenes son más sensibles a la presión grupal, pero cuando van solos son tan cautos como un adulto.
Alerta por las reuniones grupales
En todo esto tiene también mucha influencia los mensajes públicos que restan peligro a la pandemia, como las teorías negacionistas del virus. Esto ha sido propagado, sin ir más lejos, por los presidentes de los dos países más afectados en el mundo, Brasil y Estados Unidos.
Hay otro factor aún más preocupante, la idea irracional pero presente en el ser humano de que lo familiar está preservado del virus. Esto lleva a la relajación de las medidas de distancia social y mascarilla entre familiares y amigos, algo que según el profesor Ubieto es absurdo: «La idea de que el virus no puede venir de un familiar es absurda, pero el ser humano es irracional».
Esto es lo que preocupa ahora mismo a las autoridades sanitarias. En Huesca, el Colegio Oficial de Médicos apeló este martes a la responsabilidad ciudadana para evitar contagios, y advirtió que el gran problema son las concentraciones de personas.
«Se realizan celebraciones familiares porque los ciudadanos se confían», dice el presidente del colegio, José Borrel. «La gente está teniendo mucha prisa por juntarse y celebrar, y las medidas de protección brillan por su ausencia», concluyó. Por eso dice que no hay que tener tanta prisa, y hace un llamamiento a los sectores más propensos a estas actitudes.