La desaparición de Manuela Chavero en 2016 fue una de esas que desde el primer momento fueron sospechosas para los investigadores, pero que terminó alargándose más de lo deseado para todos los afectados, especialmente su familia, que pasó cuatro años de sufrimiento hasta que conocieron el final de Manuela y pudieron enterrarla y dejarla descansar.
Eugenio Delgado, vecino de la víctima, acabó confesando que estaba implicado en la muerte de Manuela y explicó que su muerte fue accidental al darse un golpe en la cabeza durante una discusión, pero la Guardia Civil todavía trabaja para tumbar sus explicaciones y acusarle de asesinato, y para ello han determinado una serie de errores que Eugenio ha cometido a lo largo de estos años y que pueden corroborar las hipótesis de los investigadores.
Seis errores de Eugenio que acabaron con su detención 4 años después
Tal como recoge 'Elcierredigital', el mayor error de Eugenio fue guardar, durante cuatro años, una sábana que hacía pareja con la que los investigadores encontraron rodeando el cuerpo de Manuela, y que estaba enterrado en una finca propiedad del acusado y dividida en cuatro zonas. Junto al cuerpo, encontraron trozos de sábana blanca y con motivos florales y con una tela parecida a la toalla que rodeaba el cuerpo, además de otros trozos de cuerdas blancas y cintas elásticas que, presuntamente, ayudaron para trasladar el cuerpo.
Los investigadores encontraron después en casa de Eugenio una sábana bajera del mismo color y con las mismas formas florales que la hallada junto a Manuela, y en el mueble encontraron cuerdas blancas y restos de cinta elástica como las que encontraron junto al cuerpo, pruebas prácticamente irrefutables de su participación en el crimen. Las pruebas del servicio de criminalística han determinado que las fibras de las sábanas coinciden, así como las características físicas y químicas de la cinta elástica, aunque en el caso de la cuerda no coinciden.
Otro grave error de Eugenio fue olvidarse su teléfono móvil, durante la noche del crimen, en el lugar de los hechos en julio del 2016. Los investigadores creen que el acusado planeó todo lo ocurrido, pero se olvidó de su teléfono, que le sitúa en la escena a las 3:53 de la madrugada. Se da la circunstancia de que la casa del abuelo se encuentra a pocos metros de la casa de Manuela. De momento, el teléfono no ha aparecido y la Guardia Civil no puede probar sus informaciones.
Tampoco contó con que la casa donde se produjo la muerte de Manuela era una casa que estaba la mayor parte del año cerrada, y por lo tanto, no se consumía energía eléctrica. La noche del crimen, sin embargo, la compañía eléctrica sí que registró actividad en la casa, justo en las horas de la madrugada donde se produjo la muerte de Manuela.
Uno de sus mayores errores, seguramente, fue confiar en un 'testigo protegido' que en realidad trabajaba para la Guardia Civil. Con el tiempo, este hombre logró que Eugenio le contase que él fue el causante de la muerte de Manuela, aunque defendía que fue accidental, y le confesó que se había deshecho del cuerpo. Esta es la versión que Eugenio mantiene tras verse presionado por los investigadores y que ellos quieren desmontar, porque tienen la hipótesis de que en realidad se trató de una agresión sexual con final trágico para la joven.
A finales de agosto del 2020, Eugenio fue víctima de una carta anónima trampa que la Guardia Civil le entregó con ayuda del testigo protegido y de la familia de Manuela. Los familiares de la víctima recibieron un sobre con una estampilla de la imagen de la virgen y unos versos que hacían referencia a Manuela, pero que no tenían nada que ver con el crimen. Esta carta, que supuestamente delataba a Eugenio, trascendió a los medios de comunicación y los investigadores aprovecharon para volver a registrar la casa de Manuela, poniendo nervioso a Eugenio al ver que la investigación seguía su curso.
Lo que Eugenio no sabía es que tenía su teléfono pinchado, y cuando llamó a varias personas mostrándose nervioso por los registros, ya que él ya era una persona sospechosa, dio motivos a la Guardia Civil para acrecentar su presión sobre él. Además, el acusado llamó a un abogado para preguntarle qué penas castigan el homicidio y otros aspectos legales, así como una lista de países que no cuentan con tratados de extradición con España, mostrando su interés en fugarse del país. Días después, Eugenio fue detenido.
La presión de la Guardia Civil le llevó a cometer un último error, ya durante su confesión. Hasta ese momento, el acusado había defendido que él llamó a Manuela para que fuese a recoger una cuna que ella le había prestado, pero ante el mal estado de la cuna, discutieron y Manuela se golpeó la cabeza. Pero los investigadores descubrieron que la cuna de la que hablaba Eugenio no está en su casa, sino en el trastero de casa de Manuela, por lo que no pudo ser el motivo de la discusión.
Desde su confesión, Eugenio fue acusado de homicidio a la espera de que la investigación reúna las pruebas suficientes para condenarlo en el juicio.