Las redes sociales pueden jugarnos una mala pasada. Un claro ejemplo es el estadounidense Emmanuel Cafferty, de 47 años, que vió como perdía su empleo tras aparecer en una fotografía en redes sociales.
Cafferty trabajaba de 8 a 12 horas diarias inspeccionando las redes subterráneas de gas y electricidad de una ciudad californiana, San Diego. El susodicho, estaba juntando con sus dos dedos cuando, sin apenas percatarse, fue fotografiado por un hombre. «En ese momento, un desconocido con un celular y una cuenta de Twitter puso mi vida del revés», confesaba este estadounidense.
¿El motivo? El chasquido de dedos de Cafferty fue interpretado por el fotógrafo como un símbolo usado por los supremacistas blancos, pocos días después de la muerte de George Floyd, un hombre negro desarmado que moría después de que un policía blanco le retuviese a la fuerza en el suelo aplastándole el cuello.
«Ese hombre comenzó a tocar la bocina y a insultarme. Gritaba: '¿va a seguir haciendo eso?' y sacó el celular para fotografiarme. Pensé que tal vez le había cerrado el paso en el tráfico, por accidente. Pero estábamos los dos parados en el semáforo y yo no entendía nada», aseguraba.
Después de que el fotógrafo subiese a las redes la imagen, su supervisor lo llamó para decirle que le suspendía de trabajo y sueldo ante las críticas vertidas hacia él en redes. «Así fue como perdí el mejor empleo de mi vida», sentencia este estadounidense hijo de inmigrantes mexicanos.
«En mi caso, no era un símbolo. Solo estaba chasqueando los dedos. Pero un hombre blanco lo interpretó como un gesto parecido al 'OK', que sería racista, y se lo dijo a mis jefes, también blancos, que decidieron creerle a él, no a mí, que no soy blanco», asegura Cafferty.
Tras escuchar su historia, el autor de la fotografía admitió que quizás había exagerado un poco en la interpretación del gesto del afectado. Pese a su arrepentimiento, Ceffferty ha perdido la oportunidad de volver a encontrar trabajo.
«Una multitud de Twitter me canceló. Ya llamé a todos mis exempleadores en las seis semanas desde que aconteció el episodio y nadie me llama de vuelta. Lo primero que hace un empleador a la hora de contratar es poner el nombre en Google. El mío quedó ligado a este episodio, sin importar si era cierto o no. No sé cómo voy a seguir con mi vida de aquí para adelante», aseguraba para después criticar la actitud del autor de la fotografía.