Culpable. Ese ha sido el veredicto del jurado popular que ha enjuiciado a Emilio V.T., un hombre de 70 años que en 2019 acabó con su mujer, Rosa, después de darle varias patadas, puñetazos y nueve hachazos en la cabeza.
Los hechos ocurrieron el 26 de enero del 2019 en la localidad sevillana de Dos Hermanas. Emilio llevaba 47 años casado con su mujer cuando decidió matarla «consciente e intencionadamente» y de una forma «decidida, sin que ella pudiera defenderse», según ha concluido el jurado popular.
Tras el veredicto de culpabilidad, la jueza y presidenta del Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Sevilla ha dejado el juicio visto para sentencia, mientras que la Fiscalía pide 25 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento con las agravantes de parentesco y género.
En el juicio, Emilio intentó rebajar su pena introduciendo varias atenuantes más allá de la confesión. El acusado justificó sus actos en el hecho de ser adicto a la bebida, pero el jurado cree que el alcohol que había bebido ese día solamente le afectó «levemente».
Emilio, por su parte, defendió que su mujer «estaría viva» si él hubiera dejado la bebida, y aseguró que esa mañana «se bebió un litro de manzanilla», por lo que iba «ciego» y «como una cuba» en el momento en el que agredió a Rosa hasta la muerte.
El jurado cree que el alcohol tuvo poco que ver en su agresión y creen que el motivo real fue «demostrar su superioridad y dominación» sobre su mujer, asestándole «múltiples puñetazos, patadas y golpes con un hacha».
Tras la agresión, según explicaron fuentes cercanas al caso en 2019, el hombre habría llamado a una de sus hijas y le dijo «me parece que he matado a tu madre».
Precisamente las hijas del matrimonio han pedido que su padre sea condenado a prisión permanente revisable, mientras que la Fiscalía pide para él 25 años de cárcel. Su defensa, en cambio, pide «clemencia» para el acusado por su avanzada edad, 70 años, y pide que aplique la pena oportuna en función de su situación.
El motivo de la discusión: «Llegas tarde»
La Fiscalía defiende que los hechos ocurrieron sobre las 15:30 horas, cuando el acusado llegó a su casa. Su mujer le reprochó que «llegaba tarde», algo que no sentó nada bien a Emilio, iniciándose así la discusión que terminaría con la vida de Rosa.
La discusión habría ido subiendo de tono hasta que, en un momento dado, Rosa quiso abandonar el domicilio, algo que su esposo no le permitió hacer: «cerró la puerta con llave, guardando en cada bolsillo los dos juegos de llaves, que su mujer intentó quitarle». «Tú no te vas hoy por ahí. Hoy vas a ir conmigo», le espetó Emilio a su mujer mientras le quitaba las llaves.
Poco después, «con ánimo de acabar con la vida de su mujer, que tenía 69 años, y poniendo de manifiesto una actitud de dominación y superioridad sobre esta, le tapó la boca con gran fuerza e intensidad y de manera continuada le agarró fuertemente por el cuello con ambas manos y comenzó a propinarle puñetazos en la cara, los ojos y la boca», expone la Fiscalía.
La mujer acabó cayendo por las escaleras al sótano que tenía detrás de ella en el momento en que se produjo la discusión, y una vez abajo, lejos de ayudarla, Emilio continuó agrediéndola mientras ella intentaba huir. Emilio la arrastró hacia el interior del sótano para evitar que se marchase.
La Fiscalía añade que en total se han podido demostrar hasta 94 agresiones de Emilio contra Rosa el día de su muerte. Dentro del sótano continuó con su agresión con patadas y puñetazos.
Con Rosa tirada en el suelo intentando levantarse, pero sin conseguirlo, Emilio, «plenamente consciente, de forma decidida, con clara intención de asegurar un resultado de muerte y, por ende, con claro ánimo de arrebatarle la vida a su esposa», agarró un hacha de once centímetros de hija y le dio varios golpes a su esposa.
La Fiscalía considera que las 94 lesiones —hematomas, erosiones, heridas contusas e inciso-contusas— son prueba suficiente de la voluntad del acusado de provocar «dolor y sufrimiento prolongado» para acabar con su esposa, y aseguran que ella «no se esperaba una reacción tan agresiva de su atacante, pues siempre pensó que jamás sería capaz de hacerle nada grave».
El Ministerio Público destaca también la sangre fría con la que Emilio llamó a una de sus hijas para comunicarle que había matado a su madre tras el ataque. Fue sobre las 17:05 horas, hora y media más tarde del inicio de la discusión, cuando el acusado llamó al 112 informando de la situación.
El acusado «no presentaba ningún antecedente de trastorno mental, ni ninguna anomalía ni alteración psíquica que influyera sobre su capacidad intelectiva ni volitiva, alterasen su juicio de la realidad, o influyesen en la capacidad de conocer y de actuar, comprendiendo la ilicitud de su acción y queriendo su resultado», aseguran la acusación pública.