Eleazar García tenía 34 años y un 75% de discapacidad debido a una parálisis cerebral grave. El 8 de septiembre de 2019 fue reducido por ocho guardias de seguridad y cuatro agentes de policía en el estadio El Molinón, en Gijón. El joven murió poco después.
La Audiencia Provincial de Oviedo decretó el sobreseimiento de la causa al no hallar pruebas suficientes. Pero la familia de Eleazar no se rinde, y ha presentado un recurso de amparo al Tribunal Constitucional.
La familia García acusa a la justicia española de sesgo racista en el caso de su hijo. «Somos gitanos, pero tenemos los mismos derechos», aseguran. Están dispuestos a llegar hasta el final para que se sepa la verdad sobre la muerte de su hijo.
Quieren demostrar que su hijo murió a causa de las lesiones provocadas por los agentes de policía y los vigilantes de seguridad. La jueza de instrucción ordenó la apertura del juicio por homicidio imprudente, detención ilegal, lesiones y delito contra la integridad moral.
Pero los magistrados de la Sección Octava de la Audiencia Provincial bloquearon el inicio del juicio con el sobreseimiento de la causa. Los allegados de la víctima lo ven inconcebible, y recurren al Tribunal Constitucional para pedir que al menos se juzgue el caso.
Denuncian la vulneración de sus derechos
«No queremos tener la razón, lo que queremos es que se juzgue en una sala y que allí se den o se quiten razones», asegura el tío en El Cierre Digital. Denuncian la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. En eso se basa su recurso al Constitucional.
Alegan que se ha vulnerado el derecho a un proceso con todas las garantías y acusan al juez de predeterminación e imparcialidad. Piden que se dicte una nueva resolución para restañar las vulneraciones constitucionales cometidas.
La familia cree que la jueza de instrucción hizo un trabajo «implacable» a pesar de las presiones recibidas. En cambio discrepan con la Audiencia Nacional en que fuera una muerte natural. La alegación recoge una «fuerza desmedida» como causa.
La muerte de Eleazar García
Eleazar tenía una discapacidad mental que era visible a simple vista: «Era como un niño grande». El día de los hechos se encontraba en el estadio El Molinón. Se alejó de su padre y salió del estadio, pero cuando quiso volver ya no tenía la entrada.
Intentó entrar por varias puertas expresando «de forma balbuceante» su intención de acceder al recinto para encontrarse con su padre. En una de esas puertas fue interceptado por un vigilante, y junto con otros tres lo inmovilizaron.
Una vez reducido, boca abajo y con cuatro hombres encima, «le golpearon repetidamente, causándole innumerables contusiones y eritemas». Así lo describe el escrito de la acusación, que incluye heridas en las muñecas y en las rodillas, y contusiones en la cara.
La acusación se apoya en dos testimonios que presenciaron la escena en directo. Según esta versión, los vigilantes llamaron a la policía. Los cuatro agentes de la Policía Local no hicieron nada para sacar al joven de aquel infierno.
Golpeado, engrilletado y reducido, introdujeron a Eleazar en el coche de policía y se lo llevaron. De allí fue al hospital Parque-Somio, donde permaneció enmanillado hasta que le visitaron. Al levantarse para entrar en la consulta, perdió el conocimiento.
El joven empezó a convulsionar y entró en parada cardiorrespiratoria. Momentos después certificaron su fallecimiento. La descripción de los hechos es coincidente con un delito de homicidio involuntario y lesiones. La familia pide que al menos se valoren las pruebas.
Era un ultra o un yihadista
Los implicados en el suceso ofrecieron su versión ante la jueza. Según explicaron, el joven se mostraba muy alterado llegando a agredir incluso a un voluntario de la Cruz Roja. No se le entendía al hablar, motivo por el cual no podían saber que quería reunirse con su padre.
Por eso declararon que pensaban que iba borracho o drogado, que podía ser un hooligan del fútbol o un terrorista yihadista. La juez de instrucción descartó todas estas hipótesis, y vio motivos razonables para llevarlos a juicio. Para la familia, están tratando de encubrir una acción desproporcionada y violenta.
Los testigos apoyan la versión de la familia, porque aseguran que se veía de lejos que era discapacitado y que estaba desorientado. Los informes posteriores no hallaron restos de alcohol o drogas en la sangre de la víctima. Eleazar sufrió un ataque indiscriminado sin posibilidad de defenderse.
El informe médico también corrobora que Eleazar fue objeto de una paliza estando inmovilizado. «Perdió la vida en manos de quienes tenían que protegerlo», asegura su tío. Y lamenta que parece que el hecho de que fuera gitano y discapacitado le resta valor a su vida.
La fiscalía considera que el joven murió por causas naturales y pide liberar a los investigados de toda responsabilidad. La familia recuerda que Eleazar no sufría dolencias cardíacas previas y piden justicia. «Si alguien ha actuado mal, tendrá que dar cuenta de ello», concluye.