El Gobierno de España ha iniciado el plan para el desconfinamiento gradual generado por la devastadora presencia del coronavirus y sus efectos demoledores. El plan, a priori, pasa por la reactivación de la economía de aquellas empresas cuya labor no pongan en peligro, bajo las correctas medidas de higiene, un brote masivo por coronavirus.
A pesar de ello, y del anuncio de las fases que se seguirán, mucha gente sigue preocupada por la falta de datosconcretos, como fechas específicas en las que los más pequeños podrán volver a retomar las clases escolares o poder volver a ver a sus familiares que residen en centros de mayores, así como los millones de trabajadores que desean regresar a su trabajo, pero no pueden.
El Ejecutivo ha decidido una línea de actuación en la que la cautela es la mejor consejera. Pese a ser una opción adecuada, muchos sectores saben que no van a poder desarrollar su actividad con normalidad. Es el caso de las empresas vinculadas al turismo y la restauración, las cuales van a ver su aforo limitado a un 30% de su capacidad total. La medida ha sido tomada ya que este tipo de actividades económicas producen grandes aglomeraciones.
Los dos grandes problemas del plan de desconfinamiento
Así, pese a que es la línea más segura según los expertos médicos para evitar otros brotes de gran magnitud, existen críticas y descontentos por la forma de actuar del Gobierno por no haber puesto fechas, según Tomás Pueyo de 'El Mundo'.
Si establecemos comparativas con otros países, sabemos cómo se puede llegar a atenuar al máximo la capacidad agresiva del coronavirus: realizando test a la población, aislar a los infectados, cumplir cuarentena en caso de ser sospechoso, llevar a cabo un rastreo de contactos, cumplir las medidas de higiene, usar mascarilla, no desplazarse lejos de su domicilio, responsabilidad cívica y limitar las aglomeraciones de personas.
Pero, de todas estas medidas, ¿se han dado fecha para poder ir volviendo a la normalidad? La respuesta es negativa. Ese es uno de los grandes problemas que presenta el plan del Gobierno. Sabe qué pasos debemos ir asumiendo, pero no ha podido concretar las fechas.
Además, tampoco ha quedado claro cómo se va a ayudar a aquellos trabajadores y empresarios cuyas actividades van a ver menguadas. Ya sea el caso de la hostelería, como el de la restauración, como el de ocio y todas aquellas actividades que supongan la reunión masiva de personas.
El otro gran problema es la lentitud. La reactivación gradual de la economía debe ser lenta, pero eso supone una gran repercusión para las maltrechas arcas del Estado, pues una de nuestras fuentes de ingresos más grandes anualmente es el turismo. Se calcula que las pérdidas en millones de euros pueden ser de decenas de miles.
En un principio, se pedía el cierre económico cuanto antes, ahora parece ser que se debe de abrir lo antes posible, para que la economía se vea lo menos afectada posible, dentro de la realidad que nos marca el virus.
Para llevar a cabo el plan de desconfinamiento, el Gobierno se ha rodeado de los mejores especialistas en cada materia para abordar las pautas a seguir. Pero, como decíamos, el plan tiene el defecto de que sabemos los pasos que vamos a dar pero no sabemos cuándo los podremos dar, pues no han dado fechas para la reactivación económica de todos los sectores.