El doctor Pedro Cavadas

Las predicciones más pesimistas de Pedro Cavadas se cumplen: 'quedan años'

Pedro Cavadas se ha convertido en una importante voz experta en la pandemia a pesar de que no es epidemiólogo

Pedro Cavadas se ha convertido en una de las voces expertas más admiradas sobre la pandemia de COVID a pesar de que no es epidemiólogo. Cuando los primeros casos empezaron a surgir en China, rápidamente adelantó lo que se venía, aunque muchos le tacharon de alarmista y 'propagador de bulos'. 

Unos meses después, la realidad le dio la razón y medio mundo se sumía en la primera gran pandemia en un siglo. Tras un año y medio largo, casi 200 millones de personas de todo el mundo ya se han contagiado.

Por suerte, ahora contamos con las vacunas, que están ayudando a controlar la expansión del virus, aunque con matices. España es un claro ejemplo de que la vacuna, por sí sola, no es una arma infalible. La quinta ola demuestra que el virus sigue transmitiéndose si no hay unas mínimas medidas sanitarias. 

La diferencia ahora es que mucha menos gente enferma de forma grave y mucha menos gente muere. Pedro Cavadas ha vuelto a dar su visión sobre la situación actual y dista mucho de lo que la mayoría de gente cree. Al coronavirus todavía le queda mucho camino por recorrer, y también a algunos de los cambios que ha provocado, como el uso de las mascarillas.

Pedro Cavadas alertó sobre las variantes

Hace algunos meses, Pedro Cavadas ya alertó que a las mascarillas les quedaba todavía mucho tiempo de uso. En parte, en este caso, la realidad ha cambiado en España. Él aseguró que seguirían siendo obligatorias como mínimo hasta octubre, aunque fue en junio cuando el Gobierno suprimió esa obligatoriedad.

Lo cierto es que lo hizo en contra de la opinión de algunos expertos y en pleno ascenso de la quinta ola. Eso disparó las críticas, aunque su uso sigue siendo obligado en espacios cerrados. También hay que seguir llevándola en todo lugar donde se produzcan aglomeraciones, aunque sea al aire libre.

Incluso en países que habían avanzado mucho más han vuelto a cambiar su posición por la nueva ola provocada por la variante Delta. En Estados Unidos se vuelve a recomendar su uso después de haber sido prácticamente eliminadas del día a día de los ciudadanos. 

Las variantes complican controlar la pandemia

Sobre la pandemia en sí y la fecha para alcanzar la tan ansiada normalidad, Cavadas lo tiene claro: quedan años. Así lo vaticinó hace varios meses y todo indica que podría tener razón. Pfizer, el laboratorio de la vacuna mayoritaria en España, ya tiene planes para seguir produciendo la vacuna como mínimo hasta el año 2023.

La razón para este retraso se debe a las distintas variantes que van apareciendo cada cierto tiempo. La campaña de inmunización avanza a un gran ritmo en los países más desarrollados, pero los más pobres se están quedando rezagados. Eso hace que en esos lugares, cualquier brote pueda convertirse en una gran transmisión comunitaria y aumente las probabilidades de mutación del virus. 

La variante Delta ha demostrado lo peligroso que puede llegar a ser que el virus siga mutando. Así que hasta que no se solucionen las desigualdades, la pandemia seguirá. De hecho, muchos expertos ya lo han advertido, hasta que todo el planeta esté vacunado no podremos bajar la guardia. 

El ejemplo es claro: en un lugar sin población vacunada, el virus se extiende irremediablemente. En una de esas transmisiones, muta y se vuelve resistente a los sueros disponibles actualmente.

Así, el virus puede traspasar fronteras y volver a provocar olas epidemiológicas en países donde la población sí que esté vacunada. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) urge a los países más desarrollados a colaborar para que a nadie le falte la vacuna.

España empieza a donar su excedente de vacunas

España, en ese sentido, ya ha empezado a donar parte de los viales que se van a quedar sin poner. Las primeras son las de AstraZeneca, cuya población diana ya ha recibido los pinchazos. 

El contrato de compra de la Unión Europea (UE) augura que seguirán llegando sueros a España. Pero como no tenemos población a quien ponérselas, porque solo se inocularon a personas entre 60 y 69 años, Sanidad las donará a la ONU. 

Así, el excedente de viales de AstraZeneca servirá para que otros países con menos recursos puedan vacunar a su población. Previsiblemente acabará pasando lo mismo con Janssen, ya que por ahora solo se administra a mayores de 40 en nuestro país.