La dexametasona ha sido el último fervor que está copando las páginas de los medios de comunicación a nivel mundial desde este martes por su capacidad de combatir el coronavirus.
Un estudio de la Universidad de Oxford ha revelado que este fármaco podría ser un método aplicable en pacientes en estado grave tras contagiarse por el Covid-19. Aseguran que su utilización podría reducir el número de fallecidos por el virus.
La desesperación científica y social por encontrar un químico que elimine el virus y, la posibilidad de que la dexametasona pueda ser una de las vías para combatir la mortalidad, ha propiciado que sea acogido con optimismo entre la comunidad de los farmacéuticos aunque la preocupación no ha desaparecido.
Si bien es cierto que, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha instado en que, como todo medicamento, debe ser prescrito y exige la posesión de una receta para conseguirlo. «No está recomendada para la población general sin causa justificada», aclaraban los expertos.
Se ha demostrado que es una solución eficaz que puede reducir un tercio la tasa de fallecidos por coronavirus. Contradictoriamente, los farmacéuticos no han sentido que la sociedad se haya lanzado a las calles en busca de este remedio o a informarse sobre sus propiedades, por el momento.
Las posición de los farmacéuticos se divide
La farmacéutica María Sosa está convencida de que en los días venideros habrá ciudadanos que acudirán a las boticas para informarse sobre este fármaco y cómo pueden comprarlo.
A la espera de la avalancha de personas interesadas en la dexametasona, Sosa ha hecho un llamamiento a la «precaución» y ha apelado a la confianza en el criterio de los médicos.
En cambio, hay quien, como la farmacéutica Belén Plaza, que se mantiene incrédula ante el furor que pueda causar este fármaco en la población. «No creo que venga la gente a preguntar. Parece que la situación se ha estabilizado y la gente mira hacia adelante. Habrá que ver qué ocurre de cara al otoño», explica.
Plaza basa su argumento en su propia experiencia. La profesional explica que cuando se dieron bombo a otros medicamentos como posibles soluciones, por ejemplo la hidroxicloroquina, no fueron muchos los interesados que acudían a su farmacia buscando respuestas sobre sus beneficios.
«Vinieron unas tres personas preguntando por ella, no más», explica otra boticaria madrileña en sintonía con Plaza. En cambio, sí hubo un número significante de personas que acudieron a preguntar sobre la relación del ibuprofeno.
Un fármaco de la familia corticosteroide
En relación con el método de aplicación de la dexametasona, este fármaco es un corticosteroide antiinflamatorio e inmunosupresor.
Su utilización se remonta a 1960 como tratamiento ante determinados trastornos de la piel como la psoriasis o la dermatitis, problemas respiratorios como el asma grave agudo o patologías de traumatología como la artritis.
Otras de las salidas que se le han dado tienen que ver con la oncología. La dexametasona es un remedio empleado para paliar las nauseas o vómitos que sufren los pacientes de quimioterapia, como efectos secundarios del tratamiento.
Los efectos secundarios de este medicamento no se dan siempre. No obstante, consisten en vómitos, mareos, insomnio, depresión o cuadros de ansiedad.
Un respiro para la economía familiar
Es una buena noticia para el bolsillo de los españoles que el valor de la dexametasona no es elevado. Una caja de 30 comprimidos de 1 miligramo rondan los 4 euros en el mercado. La de 4 miligramos cuesta llega a 10 euros y la de 8 miligramos asciende a 19 euros.
Se comercializa bajo el nombre de Fortecortín y hay dos formas de tomarlo: o por vía oral (pastillas) o por vía intravenosa (apoyas inyectables).
La cantidad de la dosis que un paciente necesita varían en función de la gravedad de la enfermedad y de la aceptación del tratamiento de su sistema fisiológico. Por lo general, las dosis oscilan entre los 0,5 y 10 miligramos al día.
El tratamiento consta de diez días y cuesta unas 5 libras (5,5 euros) por paciente. Así que esencialmente cuesta 35 libras (38 euros) salvar una vida", afirmó un miembro del equipo de científicos que realizó el estudio, Martin Landray.