Han necesitado casi 9 años, pero los investigadores del grupo VI de Homicidios de Policía Nacional por fin han resuelto el terrible caso que se produjo en el vertedero de Valdemingómez, en la comunidad de Madrid. Fue el 22 de mayo de 2012 cuando Juana, una trabajadora de la planta de reciclaje, se encontró con el cuerpo de un bebé en una de las cintas, según recogía 'Elcierredigital'. Tras el hallazgo, se inició una investigación por parte de la Policía Nacional que ha servido para dar finalmente hace escasos días con la madre que ya se encuentra en prisión.
Pero antes que esto empezó toda una operación policial que se ha desarrollado a lo largo de todos estos años. Se intentó saber de donde podía proceder el niño sabiendo que el día que fue encontrado, martes, llegaba basura de 17 de los 21 distritos de Madrid. Aunque está fue una tarea casi imposible.
Lo que sí se confirmó con rapidez eran las primeras impresiones de los agentes, de que el niño había sufrido una muerte violenta. La autopsia había confirmado que había nacido viva y que murió debido a diversos golpes que le causaron un traumatismo craneoencefálico. También fue estrangulada mientras era golpeada.
Se intentó rastrear por todas las urgencias y hospitales madrileños para dar con la posible madre, pero fue también un esfuerzo sin éxito. Tuvieron que pasar ocho años para dar con la pista que les llevaría a resolver el caso. Fue cruzando ADN de casos sin resolver cuando vieron que el de la niña coincidía con un hombre residente en Madrid a quién pudieron localizar. Este convivía con su mujer y con quién tenía dos hijas más nacidas en 2011 y 2016.
Antes de tomarles declaración, decidieron investigar a la pareja, descubriendo finalmente que en ningún registro hospitalario constaba el nacimiento de esta segunda hija. Confirmaron también que la causa es por qué está segunda hija había nacido en casa y que la matrona que firmó los documentos no había firmado los documentos. Esto les hizo plantearse si realmente pudo haber un tercer nacimiento entre estos dos.
La confesión de la madre es diferente a lo que ha demostrado la policía
Con esta información, finalmente hace unas semanas tomaron declaración al padre y la madre de la niña fallecida. Él confirmó que eran pareja desde 2010 y el año de nacimiento de sus dos hijas. Cuando le preguntaron sobre un posible aborto, narró como su mujer si decidió interrumpir un embarazo en 2012, ya que tenían problemas económicos.
30 minutos después llamaron a la madre de la niña que aportó una novedad respecto a la declaración del padre. «En ese instante la investigada comienza a manifestar que tras el aborto de 2012 volvió a quedarse embarazada, sin trabajo y con una mala relación con su pareja con el que no convivía salvo de manera muy esporádica, decidió abortar por su cuenta tomándose unas pastillas», recoge el atestado policial según el medio citado.
Insistió en decir que había nacido muerta y tras lavarla, la metió en una bolsa y la tiró a un contenedor de su calle. Así lo defendió ante la policía que interrumpió su relato, presentándole las pruebas que tenían y deteniéndola. Dos días después repitió la misma versión ante el juez que, pese a ello, decretó su ingreso en prisión el pasado 15 de marzo. El padre de la niña quedó libre de todo cargo.
El abogado de la mujer, Alberto Martín, explica que su clienta tuvo un accidente doméstico antes del parto y espera poder demostrar que los golpes fueron después de su fallecimiento. Todo para intentar librarla de una posible condena a prisión permanente revisable.