Cristian tenía dos grandes pasiones en la vida, su familia y el atletismo. El domingo se levantó con toda la ilusión del mundo para participar en el Trail de Nocedo en Bueu (Pontevedra), una prueba asequible para alguien acostumbrado a las maratones. Sin embargo, en el kilómetro 17 del circuito se desvaneció perdiendo la vida.
La muerte de Cristian Monroy a los 48 años ha dejado desolados a su familia, a sus amigos y a los compañeros de carrera. En especial a su mujer María José y a sus hijos, Yago y Diego, por los que se desvivía. A la espera de los resultados de la autopsia, todo apunta a un desgraciado golpe de calor.
Todos recuerdan a Cris como un padre de familia entregado a los suyos y un atleta siempre lleno de ilusión por competir. Murió haciendo lo que más le gustaba, una afición en la que cosechó muchos éxitos pero sobre todo amistades. Su inesperada marcha deja destrozados a aquellos que tuvieron la suerte de conocerle.
Se sintió indispuesto
Cristian Monroy, vecino de Vigo de 48 años, participaba el pasado domingo en el Trail de Nocedo en Bueu (Pontevedra). Se trata de una exigente prueba de 25 kilómetros de recorrido. Sin embargo, Cris era un corredor experimentado acostumbrado a maratones y competiciones más duras.
El vigués inició la competición sin problemas, pero en el kilómetro 17, a solo ocho de la llegada a la meta, se sintió indispuesto. Se desvaneció en el alto del Barallido, en la parroquia de Beluso, donde acudieron las asistencias médicas. El corredor aún tenía pulso, así que le realizaron las tareas de reanimación.
Los efectivos le trasladaron en camilla hasta un todoterreno, que recorrió el monte hasta un polígono donde esperaban más asistencias. Allí perdió las constantes vitales y solo pudieron certificar su muerte, sin tiempo a llegar al hospital. La noticia de su muerte llegó justo en el momento de la entrega de premios.
Una última foto juntos
Cris era un apasionado de las carreras desde toda la vida, y había participado en todo tipo de competiciones de tierra y asfalto. Solía salir al monte acompañado de sus compañeros del Ponteseca, un equipo de Chapela (Redondela). Su muerte ha causado una gran tristeza entre sus amigos de carreras.
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“Llevaba más de quince años corriendo con nosotros, salíamos todos los fines de semana, estamos destrozados”, afirman sus compañeros. Algunos de ellos estaban con él en la prueba donde perdió la vida, en Bueu. Antes de salir se hicieron la última foto juntos, y después se produjo la tragedia.
Cristian se desplomó mientras afrontaba uno de los tramos más duros del Trail. Pero si por algo se caracterizaba el corredor era por ser un todoterreno que no se rendía ante ninguna adversidad. Empeñado en finalizar la carrera probablemente forzó demasiado la máquina, y su cuerpo entró en colapso.
Referente para todos
Sus compañeros de Ponteseca recuerdan hoy el espíritu ganador de este vigués, pero sobre todo su carácter afable. Siempre con una sonrisa en la cara, llenaba de alegría a todos los que le rodeaban. Nunca se perdía una carrera, las afrontaba con pasión y al acabar siempre tenía ganas de más.
Según desvelan en su equipo, Cris solía tomar siempre precauciones y se hidrataba al acabar de correr. Con el tiempo se convirtió en un auténtico referente para el resto de corredores. Su prematura desaparición deja un vacío imposible de rellenar en el equipo, donde hoy impera la desolación.
Sus colegas apenas pueden contener la emoción al recordar a Cris, que hoy será incinerado en el tanatorio de Emorvisa en Pereiró, Vigo. Su muerte ha conmocionado también a sus compañeros de trabajo en la Armadora Pereira. Todos piensan hoy en su mujer y en sus hijos, huérfanos de un padre único.
Marcado por la tragedia reciente
Cristian Monroy Montenegro era responsable de recursos humanos en la armadora viguesa Pereira, donde estaba desde hacía años. Llevaba toda la vida vinculado al mundo de la pesca en la empresa que dirige José Enrique Pereira. La noticia de la muerte del directivo ha causado un gran impacto en la compañía.
Cris era uno de los motores de la empresa, y como director de personal conocía a todos los profesionales que conforman el grupo. Además era un profundo conocedor del ámbito de la pesca. Sin ir más lejos, tras el reciente naufragio del Villa de Pitanxo colgó una amplia reflexión en su perfil de redes sociales.
Sabedor de la dureza de esta profesión, Monroy quiso solidarizarse con las víctimas mortales del desgraciado suceso. Envió el pésame a todas las familias y se acordó de los marineros que habían trabajado con Pereira. La tragedia le marcó profundamente, ya que a algunos les conocía personalmente.