Pedro Sánchez está viviendo una de las legislaturas más dificiles desde el inicio de la democracia. El cierre de la planta de Nissan en Barcelona y de Alcoa en Lugo ponen en un serio aprieto al alto cargo del ejecutivo.
El cese de estas empresas en España -que afecta a más de 30.000 empleos- supera todos los acontecimientos vividos en los últimos días, tanto al pacto con Bildu como a la crisis de los generales de la Guardia Civil. El gobierno está seriamente preocupado por las protestas que se están llevando a cabo en Cataluña, ya que en pleno estado de alarma, este tipo de situaciones pueden convertirse en disturbios.
El objetivo del Ejecutivo es evitar que las calles sean un foco de disturbios, señalan desde el área económica del Gobierno, quienes están ya estudiando posibles soluciones para hacer frente a este problema. Hasta el momento, España no ha realizado acciones de protesta como las que protagonizaron los 'chalecos amarillos' en Francia, motivo por el que Emmanuel Macron vio peligrar su mandato por la reforma de las pensiones.
El miedo de Pedro Sánchez a posibles revueltas
El temor de Pedro Sánchez es que los despidos de Nissan acaben convirtiéndo las calles del país en escenarios de violencia que recuerdan a épocas tan convulsas como las vividas durante el franquismo. El Gobierno tiene muy presente las movilizaciones que tuvieron lugar antes de que estallara la crisis sanitaria, las manifestaciones de los agricultores.
El campo se movilizó y se plantó en las ciudades con sus tractores para manifestarse por la caída de los precios en los productos de agricultores y ganaderos, mientras que veían como los grandes distribuidores aumentaban los precios de los productos procedentes del sector de la agricultura.
Los tractores pararon un país. Los ganaderos movilizaron las carreteras y se dirigieron hasta el Ministerio de Agricultura donde Luis Planas, actual ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España se vio obligado a actuar.
Más de 500 damnificados en Alcoa
Alcoa prepara el cierre de su planta de aluminio en Lugo. La multinacional estadounidense contaba hasta la fecha con una fábrica en la provincia gallega, y han ha anunciado que despedirá hasta 534 trabajadores.
Para hacer frente a esta injusticia, los trabajadores de la planta de aluminio han salido a la calle para protestar por su despido. Los empleados cortaron este pasado jueves la carretera de acceso a la factoría abriendo barricadas de fuego que impidieron la circulación de vehículos.