Carlos, también conocido como el Alemán, era un escritor catalán que se mudó a Galicia para concentrarse en una de sus obras. Se alojó en una pensión situada en Pontevedra y pasaba tan inadvertido que nadie se dio cuenta de su muerte hasta días después.
Los vecinos de la zona estaban acostumbrados a verle paseando por la calle, pero en ningún momento se pararon a hablar con él. Fuentes cercanas al caso aseguran que era una persona hermética y solitaria, tanto que las autoridades tienen problemas para encontrar respuestas.
Carlos solía sentarse en las escaleras de la iglesia de San Bartolomé para pedir limosna, pues su carrera literaria estaba estancada. En ocasiones le veían subir las escaleras de la pensión en la que estaba alojado, pero un día dejaron de tenerle localizado.
Nadie se preguntó dónde estaba, pues no había establecido amistad con ninguna de las personas que le observaban mientras mendigaba. Sin embargo, un fuerte olor salió de la habitación que tenía alquilada y entonces se confirmó lo peor: había muerto.
El fallecido era un hombre muy educado que vivía en el hostal de Pontevedra desde hacía varios meses y en ningún momento dio problemas. Pero era tan misterioso que los habitantes del pueblo empezaron a especular con rumores bastante dañinos.
Los responsables de la pensión no tenían contacto con él porque desde que se desató la pandemia están llevando un protocolo muy escrito. Tampoco subían a su dormitorio porque era él quien se encargaba de la limpieza para conseguir un precio más asequible.
A pesar de que no tenía trabajo fijo, pues su talento literario se había apagado, todos los meses reunía dinero suficiente para pagar la cuota. Entregaba dicha cantidad todos los días 25, con una precisión que sorprendía a los dueños del establecimiento.
Carlos era un escritor “repudiado” que sufría serias adicciones
El Alemán fue encontrado muerto tras estar varios días desaparecido y todo sucedió gracias a uno de sus compañeros del comedor social. Todos le definen como una persona solitaria, pero era muy amable, así que se ganó el cariño de algunos.
“Era muy buena persona, si te podía ayudar te ayudaba”, comenta uno de los pocos que tuvieron contacto con él en Pontevedra. Esther, la educadora social del comedor, le ha querido rendir un pequeño homenaje reseñando sus éxitos literarios.
“Carlos era escritor y llegó a publicar siete libros. Por favor, que esto se sepa”, declara en La Voz de Galicia, medio que ha cubierto la noticia desde el principio.
Muchos periodistas han investigado en la vida del artista y han descubierto algo estremecedor. Él mismo se definía como “un escritor proscrito, repudiado, maldito y nunca leído”.
Sus obras son un fiel reflejo de sus demonios internos, pues tratan temas bastante controvertidos como el alcoholismo o las enfermedades mentales. El alcohólico bipolar es uno de sus volúmenes más vendidos, aunque desafortunadamente tampoco tuvo demasiado éxito.
Carlos estuvo en la cárcel por ser “un escritor de alto riesgo”
El Alemán narraba en sus obras literarias los infiernos a los que había tenido que hacer frente. Uno de los episodios que más le marcaron fue su estancia en prisión.
En una ocasión escribió que fue detenido en Girona por ser “un escritor de alto riesgo”, pues no había cometido ningún delito. Denunció públicamente las deficiencias del sistema penitenciario y compartió detalles escalofriantes.
Hace menos de un mes concedió una entrevista a La Voz de Galicia y sus declaraciones han tomado una importancia especial tras su muerte. Según él, lo más importante es “transmitir la humildad y el perdón, así como dar ánimo a la humanidad”.
Brunet, así se apellidaba, concentró todos sus esfuerzos artísticos en una misma dirección. Su objetivo era “que la gente vea las cosas verdaderamente importantes en la vida”.
Lamentablemente ha fallecido a los 55 años, pero ha dejado un legado que quizá cobre más protagonismo tras el suceso: sus siete libros. Sus corromperos, esos que casi no hablaron con el en vida, hoy lloran la pérdida.