Carlo Heuvelman, un joven holandés de 27 años, encontró la muerte en España el domingo 18 de julio. Cuatro días antes, un grupo de compatriotas suyos entre 18 y 20 años le habían dado una paliza sin motivo aparente. Lo mataron por pura diversión.
Carlo se ganaba la vida como vendedor de aires acondicionados en una pequeña ciudad holandesa, cerca de Utrecht. Hace unos días viajó a Mallorca para disfrutar de unas vacaciones junto a unos amigos. Poco podía imaginar que serían sus últimos momentos con vida.
La madrugada del miércoles 14 de julio, Carlo se encontraba en la Platja de Palma con unos amigos. Aquella misma noche, trece holandeses menores de 20 años decidieron sembrar el pánico, atacando a los veraneantes sin motivo aparente. Sus caminos se cruzaron de forma trágica.
Los atacantes habían alquilado un apartamento de lujo en Llucmajor y se disponían a disfrutar de una orgía de alcohol y violencia. La noche del asesinato tenían planeado ir a la discoteca, pero antes decidieron recorrer la playa en busca de víctimas a las que atemorizar y golpear.
En la playa de Palma, entre los Balnearios 1 y 2, se encontraron con Carlo. Fingieron alegrarse de encontrar a un compatriota suyo, y a continuación empezaron los golpes. Los jóvenes se ensañaron con inusitada violencia con la víctima, primero con puñetazos y luego con patadas en la cabeza.
Durante su cacería atacaron a dos grupos más, pero con Carlo y sus amigos se ensañaron especialmente. Primero noquearon a sus cuatro acompañantes, dejando a uno de ellos inconsciente. Cuando le llegó el turno a él, emplearon una lluvia de golpes que acabó con una patada mortal en el suelo.
El joven, sin posibilidad de defenderse, recibió un golpe durísimo en el cráneo. Fue atendido por los servicios de emergencia, que lo trasladaron al hospital con pronóstico muy grave. Tenía una hematoma creciendo en su cerebro, la misma que cuatro días después le provocaría la muerte.
Trabajador y aficionado al fútbol
Carlo Heuvelman murió el domingo 18 de julio en el hospital de Son Espases, lejos de su casa. Era un gran aficionado al Ajax de Amsterdam, el equipo de fútbol de sus amores. Lo mataron sin razón aparente, por puro sadismo, un grupo de compatriotas sedientos de violencia.
Los que conocían a Carlo aseguran que era un joven muy trabajador y que nunca se había metido en líos. En cambio, sus agresores habían ido de vacaciones en busca de jaleo. Según los investigadores, el grupo llegó a Mallorca con una sola intención: "hacer daño".
Los describen como una pandilla siniestra con ánimo de sembrar el pánico de forma sádica. No se sabe por qué decidieron ensañarse justamente con Carlo, aunque probablemente no haya una explicación para eso. Lo hicieron de manera gratuita, sin mediar palabra, y con ánimo de matar.
Un detenido y ocho fugados
La Policía Nacional ha detenido a un implicado en la paliza y ha identificado a ocho más, que se fugaron a su país. Una cámara de seguridad permitió identificar a los agresores, pero ya habían huido. Conscientes de que la policía les buscaría, cogieron el primer avión en el aeropuerto de Palma.
El único detenido fue sorprendido cuando iba a devolver la llaver al sueño del chalet. La Jefatura de Palma se encuentra ahora en conversaciones con la policía holandesa, y solicitará la detención de los fugados. Está previsto que en los próximos días se sucedan las detenciones.
Quieren evitar la extradición
Los agresores provienen de familias ricas y tienen a su disposición un ejército de abogados. Su intención es evitar la extradición, ya que las leyes en España son más duras. Los letrados que les asisten son de los más prestigiosos en su país, con amplia experiencia en este tipo de casos.
Mientras, la prensa holandesa sigue con mucha atención el suceso y este ha creado una gran conmoción en el país. "Estamos rotos, Carlo era una gran persona y no podemos entender lo que ha ocurrido", decían sus amigos en redes sociales.
El asesinato de Carlo Heuvelman coincide con el crimen de Samuel Luiz en La Coruña. Aunque las motivaciones fueron diferentes, hay muchas similitudes entre ambos casos. Los dos jóvenes murieron a manos de una turba cegada por el odio y empujada por el único objetivo de matar.