Imagen de una avispa de papel norteña

¿Observado? ¡Las avispas pueden reconocer caras!

Una especie de avispa es capaz de reconocer rostros entre sus semejantes, algo que la mayoría de insectos no pueden hacer

Un equipo dirigido por la Universidad de Cornell estudió el genoma de la avispa de papel norteña, la Polistes fuscatus, un tipo de avispa muy inteligente por encima de las otras especies, que llegaron a desarrollar la capacidad de reconocer rostro de los de su propia especie en los últimos miles de años.

Gracias a este desarrollo cognitivo y a la creciente inteligencia de estas avispas, les proporcionó una ventaja evolutiva. Ahora, esta evolución arroja luz sobre cómo evoluciona la inteligencia en general, lo que tiene implicaciones para muchas otras especies, incluidos los humanos.

«La conclusión realmente sorprendente es que las presiones de selección más intensas en la historia reciente de estas avispas no han sido lidiar con el clima, atrapar alimentos o parásitos, sino mejorar el trato mutuo», dijo Michael Sheehan, profesor de neurobiología y comportamiento y autor principal del artículo, publicado en Proceedings of the Nattional Academy of Sciences.

Los insectos no pueden con las avispas

Muchos animales vertebrados pueden reconocer caras individuales, al menos en algunas circunstancias, pero entre los insectos, el reconocimiento facial es poco común. Las pocas especies de insectos que pueden reconocer rostros comparten un rasgo: sociedades comunales con múltiples reinas.

En los grupos comunales con una sola reina, como las colonias de abejas melíferas, los roles son claros y cada individuo conoce su lugar. Pero las avispas de papel pueden tener cinco o más reinas  en un nido y el reconocimiento facial ayuda a estas reinas a negociar entre sí. 

«Nuestro hallazgo indicó que la evolución cognitiva no es necesariamente incremental. Están ocurriendo mutaciones que causan grandes cambios. Esto sugiere la posibilidad de que la adaptación rápida de la capacidad cognitiva también podría haber sido importante en otras especies, como el lenguaje en los humanos», afirma Sheehan