El Coronavirus lo ha cambiado todo en España, y también ha abierto una situación de caos y excepcionalidad que algunos maleantes han aprovechado a su favor. Es el caso de uno de los principales problemas en delitos contra la propiedad. El dato es escalofriante: La okupación de pisos ha aumentado en un 300% desde el inicio del estado de alarma.
Es una situación que ha llegado a niveles nunca vistos en España y que da lugar a casos de mucha impotencia como el de una sanitaria catalana que se encontró sin casa al volver del confinamiento.
Según el ministerio del Interior, en 2010 había 2.207 viviendas ocupadas, mientras que el año pasado se registraron 14.394 y este año se prevé que las cifras sean mucho mayores. Según la empresa Desokupa, el aumento en 2020 es del 300% con respecto a antes del confinamiento. «Hablamos de delincuencia organizada, de mafias. No damos abasto», aseguran.
Un ejemplo es el calvario por el que está pasando Claudia, una artista de 78 años que en pleno confinamiento vio como su casa de Ibiza estaba siendo invadida. Dentro tenía sus recuerdos más preciados, y empezó a recibir vídeos de los okupantes completamente drogados. Al recuperar su casa, reconoció que es lo peor que le ha pasado tras la muerte de su hija.
La mujer perdió 40.000 euros en objetos robados o destrozados y, tras el desalojo, siguió sufriendo amenazas. En su caso fue una mafia organizada formada por una pareja que iba de vivienda en viviendo el tiempo que podían.
Otro caso el de los okupas de lujo, cuyo mejor ejemplo está en la mansión A Zapateira de La Coruña. Esta zona se ha convertido en un reclamo para los asaltantes de viviendas, que se organizan como auténticos profesionales para entrar en casas lujosas e incluso hacen vídeos jactándose de ello.
En muchos casos, sin embargo, las víctimas son gente humilde e indefensa. Como la pareja de ancianos que se fueron a vivir con su hijo durante el confinamiento y al volver se econtraron su piso okupado. Recuperaron la viviendo tras un gran revuelo en el barrio, pero les robaron de todo, incluso las joyas de la familia y dinero en efectivo que tenían en casa. Miles de euros.
Otro sector afectado es el de sanitarios o cuidadores que durante el confinamiento vivieron fuera de sus casas. Es el caso de Pilar, una enfermera de Vic (Barcelona) que durante semanas estuvo trabajando y viviendo en Reus (Tarragona) y que al volver a su piso se encontró con la desagradable sorpresa de que estaba okupado.
Pilar tiene 62 años y asegura haber vivido un infierno. Ahora, al contarlo, tiene claro que durante la cuarentena los únicos que se movieron por España con total impunidad fueron los asaltantes de viviendas. Dice que ellos tienen la ley en la mano.
Perfiles variados
Ante la avalancha de casos, en algunas zonas de España se organizan en plataformas vecinales para impedir las invasiones. Por su parte, algunos presidentes autonómicos, como el de Castilla La-Mancha, piden al Gobierno mano dura, y Ciudadanos acaba de presentar un proyecto de ley para agilizar la expulsión de lo ocupantes.
El perfil del okupa varía. Por un lado, son españoles que se dedican a la invasión sistemática de casas, son muy jóvenes y cada vez prefieren más casas de lujo. Pero también actúan las mafias subsaharianas dedicadas al menudeo de droga, o rumanos, marroquíes y argelinos que venden pisos okupados a sus paisanos.
Los propietarios tienen claro que en el estado de alarma los delincuentes son los únicos que se atrevieron a moverse y estudiaron qué casas estaban vacías para ocuparlas. En Desokupa dicen que es una situación sin precedentes que han aprovechado para delinquir. Afirman que no son okupas por necesidad, sino delincuentes que atentan contra la propiedad privada.