Iván Pardo, acusado del asesinato de la pequeña Naiara en Sabiñánigo (Huesca) en julio de 2017, ha declarado en el juicio que se sigue contra él que sí que le infringió castigos por no hacer los deberes y, textualmente, ha asegurado: «cuando noté que no se movía, fue cuando reaccioné».
Así ha respondido a las preguntas que le ha formulado en la segunda sesión del juicio su abogada, María Gavasa, sobre los hechos ocurridos el 6 de julio de 2017 en la casa de su madre, Nieves Pardo, abuelastra de la niña.
Iván Pardo, que se enfrenta a una pena de prisión permanente revisable, solo ha contestado a las preguntas que le han formulado su abogada defensora y el de su hermano y su madre, acusados por el padre de la víctima, Manuel Briones, de un delito de asesinato por omisión.
Naiara pasaba en la casa de su abuelastra unos días de vacaciones junto con sus primas mientras hacían unas obras en la casa del padrastro de la niña y con el objetivo de que una de sus primas le ayudara con los deberes, a petición, según Nieves Pardo, de su propia madre, Mariela Benítez, que estaba trabajando fuera de Sabiñánigo.
El acusado ha reconocido que el día de los hechos, cuando llegó a casa de trabajar, le preguntó a Naiara si había hecho los deberes y cuando esta contestó que no la puso de rodillas sobre gravilla, por un tiempo indeterminado. «Llegué a casa enfadado y cuando me dijo que no tenía los deberes hechos, ya salté», ha explicado, sin dar más detalles de la agresión.
La fiscalía y las acusaciones mantienen en sus escritos de calificación que Iván Pardo le propinó a Naiara puñetazos y patadas, la ató de manos y pies con esposas, la obligó a permanecer de rodillas sobre piedras, le dio descargas eléctricas con una raqueta de matar moscas, le metió un calcetín en la boca, le golpeó con la hebilla de un cinturón y le obligó a beber amoniaco para que no se desvaneciera.
Pero el tío de la pequeña ha insistido en que no premeditó «nunca» su muerte y asegurado que se «le cayó el mundo» cuando se enteró de que había muerto.
Cuando notó que estaba inconsciente, ha explicado, le controló el pulso e intentó que se recuperara haciéndole oler amoniaco y mojándole la cabeza y ha reconocido que prohibió en un primer momento a las primas llamar a los servicios de emergencias porque creía que él solo «podía con ello». Después intentó ganar tiempo, ha dicho, para que la niña se recuperara antes de la llegada de los servicios de emergencia.
Se ha mostrado arrepentido, ha pedido perdón recientemente en una carta a la madre de la niña y a Naiara se lo pide «todos los días», ha dicho, y ha achacado su reacción al estrés y a un «cúmulo de problemas con la empresa. «No le encuentro otra explicación», ha confesado.
La abuelastra, por su parte, ha relatado que ella estaba trabajando cuando una de las primas de Naiara, su nieta, le llamó para decirle que la niña se había caído, que no sabía que Iván la castigaba con no acostarse hasta que acabara los deberes y nunca fue consciente de ninguna agresión.
También ha declarado el padrastro de Naiara, quien ha asegurado que el padre, Manuel Briones, no se ocupaba de ella desde hacía mucho tiempo, ni le mandaba dinero, y que la niña le consideraba a él su padre y le pidió que le pusiera su apellido.
El juicio continuará mañana con las declaraciones de las primas de Naiara, de su madre y su padre biológico y de otros testigos relacionados con la vida familiar y laboral de los acusados y la víctima.