La sociedad norteamericana asiste consternada al trágico desenlace de la desaparición de una niña de 6 años. Ariel Kalua fue asesinada por sus padres adoptivos en una jaula para perros, donde estuvo varias horas encerrada. Los presuntos responsables ya están detenidos, y ahora buscan el cuerpo de la pequeña, que aún no ha aparecido.
Ha sido la hermana mayor de Ariel quien ha revelado a los investigadores lo ocurrido. La niña ha explicado que sus padres ataron a la niña con cinta adhesiva y la mantuvieron encerrada en una jaula en el cuarto de baño desde el mes de agosto. En septiembre se notificó su desaparición, pero ya estaba muerta.
La policía de Honolulu ha detenido como presuntos autores de la muerte de Ariel a Lehua Kalua, de 43 años, y su marido Sonny, de 52. Los padres denunciaron el 13 de septiembre que su hija había desaparecido estando en la habitación. Pero los investigadores creen que ya había fallecido en el mes de agosto.
En prisión provisional sin fianza
La policía del condado y el FBI llevan semanas buscando a la pequeña en la casa familiar y en el trabajo del padre. Pero a fecha de hoy el cuerpo no ha aparecido. La última imagen con vida de la niña fue registrada por una cámara de seguridad en los alrededores.
Las sospechas que se cernían sobre los padres fueron creciendo, y el interrogatorio de la hermana mayor fue clave para conocer la verdad. La niña confesó lo que habían hecho sus padres, y que le habían pedido mantenerlo secreto. Eso ha permitido detener a los autores, aunque el cuerpo de la pequeña sigue sin aparecer.
La pareja fue arrestada el pasado miércoles, y desde entonces permanecen en prisión provisional sin fianza. La investigación por la desaparición de la menor ha pasado a ser un caso de asesinato. La policía cree que se trata de un crimen premeditado.
Plan premeditado
Según el testimonio de la hermana mayor, su madre la despertó a las 03:30 horas de la madrugada para que la acompañara a ver cómo estaba su hermana. Entonces vio que Ariel estaba en la jaula con la cinta adhesiva en la boca y la nariz, y que no respiraba. La madre intentó reanimarla con agua en la bañera, pero no lo consiguió.
Madre e hija la llevaron a un dormitorio, y envió a la mayor a dormir a su cama. Mientras, el padre fingió tener Covid-19 para no ir a trabajar y ayudar a su esposa a deshacerse del cadáver. El hombre no fue a trabajar durante dos semanas.
La madre había comprado una jaula para perros por Internet, supuestamente para evitar que su hija se escapara por las noches. Decía que Ariel hacía viajes a la cocina porque tenía hambre, y para evitarlo la encerró. La investigación apunta a un crimen premeditado en el que la madre tendría un papel protagonista.
Los padres biológicos no saben nada
El 13 de septiembre, al comunicarse la desaparición de Ariel, el oficial Joe Patterson acudió al domicilio familiar sobre las 06:25 de la madrugada. Allí estaba la madre, que según dijo llevaba 21 horas sin ver a la niña. En aquel momento explicó que la había acostado en su cama, y al volver ya había desaparecido.
Según su versión, la niña era propensa a salir corriendo abriendo ventanas y puertas, por lo que suponía que se habría escapado. Pero los agentes descartaron muy pronto el móvil de la desaparición voluntaria. Allí había algo sospechoso, y todo apuntaba a los padres.
De hecho, la víctima mortal es una niña adoptada cuyos padres biológicos son Melanie Joseph y Adam Sellers. La policía también les ha interrogado, y aseguran no tener ni idea de dónde se encuentra. La investigación sigue en marcha para esclarecer si la hermana mayor dice la verdad, y dónde está el cuerpo.
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