Hace 48 horas que se conoció el macabro crimen de un niño de 11 años a manos de su padre en Sueca (Valencia). Cada vez se van conociendo más detalles sobre la verdadera personalidad del parricida. Antonio sometía a su mujer María Dolores a una relación de malos tratos, sumisión y manipulación.
Tras un infierno de violencia de género, María Dolores decidió separarse de su marido e iniciaron un proceso de divorcio. Poco después llegó el episodio que lo cambiaría todo. Un día Antonio se metió en casa de sus suegros y esperó a que llegara su exmujer con dos cuchillos encima.
Hasta entonces, María Dolores había rechazado denunciar a su marido. Pero este episodio le hizo abrir los ojos y decidió finalmente hacerlo. La justicia le dio la razón a ella y emitió una orden de alejamiento, aunque no suspendió el régimen de visitas y él ha aprovechado para acabar con la vida de su hijo Jordi.
Se lo dejaba esporádicamente
El programa de Antena 3Espejo Público ha hablado con la abogada de la madre, que ha explicado con detalle lo ocurrido. Según cuenta, cuando iniciaron los trámites del divorcio en junio no había ninguna denuncia de violencia de género. Es después, el 11 de agosto, cuando ocurren los hechos narrados.
Al no haber ninguna denuncia de violencia de género, cuando se inicia el divorcio se pacta la custodia compartida del niño. Un mes después de los hechos, el juez ratificó la custodia compartida sin saber que había una denuncia de violencia de género. Fue un error de coordinación entre los juzgados.
“Cuando ocurre un VioGen y luego un procedimiento civil son los propios funcionarios los que detectan antecedente y no hay alertas”, explica la abogada. De hecho, puntualiza que en la práctica no había una custodia compartida porque el niño estaba siempre con la madre. “Se lo dejaba de forma esporádica”, aclara.
Se coló en casa de sus suegros
Un día del mes de agosto, Antonio se coló en casa de sus suegros aprovechando que aún guardaba un juego de llaves. Allí, llevando dos cuchillos encima, esperó a que llegara su mujer con la clara intención de amenazarla o agredirla. Afortunadamente llegaron primero los padres de la mujer, y lo echaron.
Cuando los padres de María Dolores le contaron lo ocurrido, ella decidió que había llegado el momento de hacer el paso. Denunció los hechos ante la justicia, y condenaron a Antonio a trabajos para la comunidad y a pasar una pensión a su hijo. También decretaron una orden de alejamiento hacia su exmujer.
El juez que corroboró la custodia compartida en el marco del proceso de divorcio nunca conoció esta información. El abogado de oficio que defendía a la madre nunca comunicó estos hechos, lo cual podría ser el origen del error. En todo caso, esto impidió la suspensión del régimen de visitas.
Así se desencadenó la tragedia
Según desvela el entorno familiar, Antonio tenía antecedentes y un grave problema con el alcohol. Los únicos momentos en los que estaba bien y tranquilo era cuando tenía al niño, motivo por el cual nunca sospecharon que pudiera hacerle daño. Por eso María Dolores accedía a dejarle el niño de vez en cuando.
Como todos los maltratadores, Antonio manipuló a su exmujer para que creyera que era una buena persona. En los últimos días insistía mucho en que quería ver al niño, y acordaron una visita el pasado sábado con motivo del cumpleaños del pequeño. Ese día, Jordi cumplió 11 años en compañía de su padre.
Al día siguiente la madre recibió una llamada de su hijo pidiendo ayuda, y fue a buscarlo. Al ver que el padre no abría la puerta llamó a los servicios de emergencia, y una patrulla se desplazó hasta el domicilio. Encontraron el niño muerto con heridas de arma blanca, y detuvieron al padre como presunto asesino.
Qué ha fallado
La violencia vicaria es la violencia que ejercen los maltratadores sobre sus hijos para castigar a su pareja o expareja. La violencia vicaria es una de las formas más crueles de violencia de género, y es el origen del brutal asesinato de Sueca. Antonio mató a su hijo Jordi para vengarse de su exmujer María Dolores.
En este caso se ha producido una confluencia de errores que han desembocado en la tragedia, pero una cosa está clara. El único culpable de la muerte de Jordi es el asesino, Antonio, que con su acto ha matado a dos personas de una vez. A partir de aquí, cabe analizar lo ocurrido para no repetir los mismos errores.
El crimen de Sueca pone de manifiesto la necesidad de una mejor comunicación entre juzgados para que esto no se repita. También evidencia el nivel de manipulación al que son sometidas las víctimas de violencia de género. Saber detectarlo permite también ofrecer una mayor protección a las víctimas.