Andrés Camilo Peláez Yepes

Sin rastro de Andrés, un joven de 26 años: su madre tiene un presentimiento

Andrés Camilo desapareció el 3 de abril mientras realizaba un proyecto de reforestación en Colombia

Claudia Yepes lleva sin pegar ojo desde el pasado 3 de abril, el día que desapareció su hijo. Andrés Camilo Peláez, ingeniero forestal, se encontraba en un viaje de trabajo en Antioquia (Colombia) cuando fue visto por última vez. Esa noche salió del hotel donde se alojaba para comer algo, y ya no volvió.

Han pasado ya cincuenta días de su desaparición, y la policía tiene varias hipótesis pero ni una sola pista concluyente. Su madre lo ha buscado por los ríos y las montañas sin éxito, y en todo este tiempo ha adelgazado siete kilos. Tiene un presentimiento, y es que su hijo está retenido, secuestrado.

Andrés tiene 26 años y en el momento de desaparecer llevaba una gorra Hurley, camisa negra, pantalón gris y zapatillas verde oscuro. Su caso se enmarca en el drama de las desapariciones en Colombia, que ya son más de 1.500 este año. Muchas de ellas acaban sin resolverse jamás.

Salió del hotel y no volvió

Andrés Camilo Peláez Yeres, ingeniero forestal de 26 años, trabaja para una empresa de inventorías de proyectos medioambientales. Su último trabajo le llevó hasta San Andrés, una pequeña comunidad rural al norte del país. El 3 de abril, cuando desapareció, fue una jornada aparentemente normal.

Foto del joven desaparecido
Andrés Camilo estaba en un proyecto de reforestación | Cedida

Durante el día tuvo una reunión, luego le recogió el transporte y se dirigió al hotel para almorzar. Por la tarde habló con su madre por teléfono y le dijo que estaba descansando y que saldría a comer algo porque estaba hambriento. A las 21:00 horas abandonó el hotel y ya no volvió jamás.

Según algunos testigos, aquella noche le vieron reunido con tres personas más en una tienda tomando unas cervezas. Después emprendió el camino hacia al hotel, pero nunca llegó. Al día siguiente el transporte de la empresa fue a recogerlo para ir a otra reunión, pero no estaba en su habitación.

Zona muy peligrosa

El transporte anunció a la empresa que Andrés Camilo no había vuelto al hotel y así se lo comunicaron a la familia. Ahí empezó el calvario de los familiares del joven, en especial de su madre, que necesita pastillas para dormir. Las autoridades han barrido toda la zona, pero ni rastro del joven.

“Andrés amaba la naturaleza, los animales y los bosques, tenía tanta inocencia que siempre confiaba demasiado en la gente”, explica su madre. Su sexto le dice que alguien tiene secuestrado a su hijo, y pide que se pronuncien. Mientras, la policía está trabajando con varias hipótesis.

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Andrés no recibió llamadas amenazantes, y de hecho era un chico muy querido y admirado tanto en su vida social como en el trabajo. Lo más preocupante es que su desaparición se ha producido en una zona peligrosa. En San Andrés se mueven grupos peligrosos como las FARC y los ELN. 

Qué se ve en las imágenes

Claudia recuerda aquel 3 de abril, “cuando escuché su voz y su sonrisa por última vez”. El joven desaparecido “tenía muchos proyectos, pensaba en maestría e irse a estudiar inglés”. Su madre ruega todos los días y todas las noches para que su hijo vuelva a casa y pueda cumplir esos sueños.

“Como llueve todos los días pienso si tendrá frío, si habrá comido, si se encuentra bien”, dice esta mujer que vive pegada al teléfono. Cada llamada es una incertidumbre, y muchas personas llaman ofreciendo información falsa para obtener una recompensa. Esto no hace más que aumentar el dolor de la familia.

Montaje con fotos del desaparecido
Fotos de Andrés Camilo, el joven desaparecido | La Noticia Digital

La policía sigue adelante con su investigación pero no es fácil, ya que se trata de una zona sin apenas cámaras de seguridad. En las últimas imágenes que tienen de él se le ve bajando una cuesta y luego subiendo de nuevo. Ahí se le pierde la pista, y en el pueblo cunde un misterioso secretismo.

Ambientalista, profesión de riesgo

Las autoridades de Antioquia han ofrecido una recompensa de unos 2.500 dólares a quien ofrezca pistas sobre el desaparecido. Andrés, que trabajaba en proyectos ecológicos, ya había visitado ese lugar en otras ocasiones. La empresa para la que trabajaba se encargaba de su seguridad.

Colombia es el lugar más peligroso del mundo para los ambientalistas, aunque ni Andrés ni su familia temían por su seguridad. “Cómo le van a hacer daño a alguien que trabaja para el bien de todos” se pregunta su madre. “Siempre trabajó con comunidades, le gustaba meterse en el agua, al monte, con los animales”, añade.

El último proyecto era de reforestación y lo tenía muy contento, pero quizás se relajó demasiado. De momento, ningún grupo armado ha reconocido su secuestro y los bomberos y la policía no tienen ni idea de donde puede estar. Un misterio más en la complicada situación de los desaparecidos de ese país.