Hace más de dos décadas que la familia Yunga Alvarado llegó de Ecuador a España para labrarse un futuro. René Yunga y Alba Albarado echaron raíces en Oviedo, donde han visto crecer a sus tres hijos. La madre estaba ayer en el trabajo cuando recibió la trágica noticia de la muerte de su hija adolescente.
Las macabras circunstancias del suceso lo hicieron todo aún más sórdido y doloroso. Erika, de 14 años, fue asaltada en el portal por el vecino del primero y asesinada a cuchilladas. El agresor es un hombre moldavo de 32 años que estaba obsesionado con la menor y la acosaba constantemente.
El crimen ha causado una verdadera conmoción en todo el país, especialmente en Oviedo y en el entorno de la niña. Los vecinos están devastados por la tragedia que ha golpeado a una familia ejemplar y muy querida. El agresor sigue bajo custodia policial en el hospital donde está ingresado.
Trabaja en una residencia
Alba Alvarado, madre de la niña de 14 años asesinada en Oviedo, trabaja en la recepción de una residencia de estudiantes. Concretamente en la residencia para niñas María Inmaculada, perteneciente a la congregación Hijas de María Inmaculada. El edificio se encuentra en el número 5 de la calle San Vicente.
No muy lejos de allí, en el número 69 de la calle Vázquez de Mera, su hija Erika era asesinada ayer al volver del instituto IES de la Eria. “Le llamaron aquí para comunicarle la noticia, y en todo momento estuvo acompañada por la madre superiora”, explican sus compañeras en El Comercio.
Las trabajadoras se encuentran “en shock” tras lo que definen como “un golpe duro de asimilar”. Están preocupadas por cómo puede afectar la tragedia a su compañera. También la madre superiora estaba consternada, y tuvieron que llamar a los médicos porque no se encontraba bien tras lo ocurrido.
Sus compañeras, muy afectadas
La madre superiora está muy unida a Alba Alvarado, la madre que ayer perdió a su única hija en el crimen de Oviedo. Tras saber lo ocurrido necesitó asistencia médica y estaba acostada con la vista nublada. Las trabajadoras recuerdan haber visto a Erika algunas veces por la residencia donde trabaja su madre.
En la comunidad de María Inmaculada solo tienen buenas palabras para la familia Yunga Alvarado. “Los padres son muy trabajadores, es una familia encantadora que está muy bien situada gracias al esfuerzo”, explicaron. El padre de Erika trabaja en el hospital de Jove de Gijón como auxiliar de enfermería.
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Según han explicado, Alba trabajó de muchas cosas como fregar suelos y ventanas antes de entrar como empleada en la residencia. En su actual puesto de trabajo empieza a las diez de la mañana y come en la residencia. Ayer, cuando se descubrieron los hechos, era la única que no estaba en casa.
Cómo ocurrieron los hechos
Erika llegó del colegio y llamó al interfono del portal para que sus familiares le abrieran la puerta. Uno de los hermanos, al ver que la niña no llegaba al cuarto piso, avisó a su padre que bajó a buscarla en el portal. Fue entonces cuando René encontró la chaqueta de su hija junto a un reguero de sangre.
El rastro llevaba hasta la puerta del vecino del primero, un joven de 32 años que llevaba solo tres semanas en el bloque. Al parecer se trata de un joven desequilibrado que se obsesionó con la chica y la acosaba. La policía consiguió entrar por una ventana trasera a través del patio de luces.
En el piso encontraron a la menor muerta con heridas de arma blanca, y al agresor que se había autolesionado. Tras conocer los hechos llamaron a la residencia para informar a Alba de lo ocurrido. Una hermana sustituyó a Alba en su puesto mientras esta corría hacia su casa para arropar a los suyos.
Dolor en el instituto
Aún es pronto para sacar conclusiones, pero la principal hipótesis es que la menor trató de zafarse de una agresión sexual. La policía custodia en la UCI del hospital al detenido, que fue intervenido quirúrgicamente y aún no ha podido declarar. El agresor se encuentra grave aunque parece que sobrevivirá.
El suceso también ha causado un profundo impacto en IES La Ería, en cuya fachada hoy luce un gran lazo negro. Erika estudiaba segundo de la ESO en este instituto donde alumnos y profesores están viviendo las horas más difíciles. La recuerdan como una chica diez que nunca se metía en problemas.
Además era muy buena estudiante y siempre ayudaba mucho a sus compañeros, según ha explicado la directora Emma Álvarez. Los orientadores están asistiendo a los chicos y chicas que compartían clase con ella para ayudarles a asimilar lo ocurrido. Hoy se ha guardado un minuto de silencio en su memoria.