Raquel Mosquera y Pedro Carrasco el 5 de octubre de 1996

'Llamadas inquietantes a plena noche': Raquel Mosquera huyó atemorizada

La última etapa de Raquel Mosquera en el piso que compartía con Pedro Carrasco en el Paseo de la Habana fue bastante terrorífica

Raquel Mosquera no ha dudado en señalar en varias ocasiones que Rocío Carrasco la obligó a abandonar la casa que compartía con Pedro Carrasco después de que este falleciera. Un acto que le dolió mucho a la peluquera, y que marcó un antes y un después entre ellas, ya que nada volvió a ser lo mismo.

Eso, sumado a que Raquel acudía en varias ocasiones a televisión para desvelar secretos familiares y dejar en evidencia el mal comportamiento de Rociíto con su padre, provocaban que la relación se rompiese por completo.

Así, la misma Rocío Carrasco confirmaba en su documental que no había vuelto a tener contacto con la viuda de su padre,-la cual es innegable que hizo muy feliz en vida a Pedro Carrasco-, casi desde el funeral. Cabe destacar que incluso en ese momento ni una ni otra se mostraron muy cercanas.

El motivo, según Mosquera, por las diferencias que había habido entre padre e hija, y lo cierto es que la peluquera no dudaba incluso en acusarla de haber provocado la muerte de su padre debido a un infarto.

Una versión que sigue defendiendo a día de hoy, y es que a su parecer, Rocío jamás llegó a pedirle perdón a su padre. «Me encuentro fuerte, pero muy triste. Por respeto a la memoria de mi marido, 'Don Pedro Carrasco', ya que él no se puede defender. Y porque creo también en la justicia divina, aparte de la terrenal», sentenciaba la peluquera en redes sociales después de escuchar el testimonio de Rociíto acerca de su padre.

En su documental, Rocío aseguraba que se sentía dolida con su padre, por el comportamiento que había tenido con Fidel Albiac, aunque antes de morir el exboxeador se reunía con la pareja y les pedía perdón a ambos. Algo, que Raquel Mosquera niega tajantemente. 

Para ella, afirmar ese tipo de cosas, es un insulto a la memoria de su marido. «No voy a consentir, que nada ni nadie, manche su imagen pública, ya que fue una bellísima persona y un gran señor, en todos los aspectos y sentidos».

Además, recalcaba la figura de Pedro Carrasco como padre: «Especialmente, un buen y magnífico padre, buen hijo y buen esposo, sin olvidar que siempre fue y será un magnífico deportista y campeón del mundo del boxeo. Me parece de una gravedad extrema manchar con mentiras la memoria de una persona ya fallecida, y más aún cuando no se puede defender», ha contraatacado acerca de lo relatado por la que fuese su hijastra.

Por otro lado, la revista 'Semana' ha ofrecido en exclusiva información acerca de lo que ocurrió con la casa que compartían Raquel Mosquera y Pedro Carrasco en el Paseo de la Habana tras su muerte. 

Al parecer, según las memorias que compartió Raquel en el año 2016, el motivo que la hizo dejar aquel domicilio, no fue otro que el gran temor que empezaban a infundirle unas terroríficas llamadas a a altas horas de la madrugada.

«Por las noches recibía unas llamadas inquietantes: nadie respondía, solo se escuchaba una respiración. Desde luego no era lo más conveniente para mí y lo denuncié en comisaria, pero las llamadas se cortaban antes de poder localizarlas. Ignoro quién las haría, si sería alguien que quisiera crearme inquietud y confieso que llegó a conseguirlo, dado que yo me encontraba, psicológicamente frágil y en tratamiento», desvelaba la peluquera.

En un principio, Raquel no quiso dejar la casa, ya que según contaba, allí se sentía cerca de su difunto marido y estaba rodeada de sus recuerdos. «Era como cortar mi vida con Pedro», apuntaba. 

Sin embargo, el miedo que empezaron a infundirle esas misteriosas llamadas, terminaron provocando su marcha. 

«Empecé a plantearme la posibilidad de irme, porque iba a tener que salir en poco tiempo, según lo estipulado. Habrían sido unos diez años si hubiese decidido quedarme y se hubiesen hecho las cosas de forma correcta. Me decidí al saber que se vendía un chalet a muy buen precio cerca de donde vivía una amiga mía. Lo compré, y el piso de La Habana se quedaba libre para su dueña, Rocío Carrasco».