María y su prima María asesinada

'A mi prima María le destrozaste la cara, la cabeza, y la asfixiaste'

El acusado, que la mató dándole un fuerte golpe con el pico de una plancha en la cabeza y asfixiándola con sus manos y con la ayuda de una bayeta, sostiene que actuó así en defensa propia

En apenas unos meses se cumplen tres años de uno de los sucesos más tristes en el municipio de Úbeda, en Jaén, sucedido el pasado septiembre de 2018. Un caso ‘más’ de violencia de género. Esta vez eran los familiares de la joven María de los Ángeles Egea Jiménez, los que lloraban su pérdida, asesinada con 41 años a manos de su pareja.

El presunto asesino, con las siglas, M. E. V., se sentará en el banquillo de los acusados el próximo 27 de mayo y con motivo del crimen, la Fiscalía pide una pena de 32 años de cárcel. 

El propio ministerio público en su informe de acusación, relata que mató a la joven propinándole un fuerte golpe con el pico de una plancha en la cabeza y terminó asfixiándola con sus manos y con la ayuda de una bayeta cuando la mujer estaba tendida y convaleciente sobre el suelo. Ante estos hechos, el acusado siempre ha defendido que el relato de los mismos es cierto, aunque actuó así en defensa propia.

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María de los Ángeles era mamá de cuatro niños, dos de una relación anterior y los dos últimos con el presunto asesino. Así mismo, la Fiscalía sostiene que «trató en todo momento de controlar a María de los Ángeles, impidiéndole que pudiera disponer de dinero, limitando sus gastos y no permitiéndole que trabajara si no lo hacía con él».

Un completo sinvivir

Palizas delante de los hijos, amenazas muy graves y un sinfín de humillaciones, son las que relata el propio Fiscal. Añadido a esto anterior, dos años antes de la peor de las noticias, el 12 de noviembre de 2016, María de los Ángeles presentó una denuncia contra su marido por malos tratos. Sin embargo, la responsable del Juzgado de Instrucción número 1 de Úbeda acordó el sobreseimiento provisional ante la falta de pruebas.

Aterrada y con ganas de iniciar una nueva vida, la joven se mudó a su localidad natal, Arahal (Sevilla), en donde las «advertencias y presiones» por parte del acusado no cesaron en ningún momento.

Entre estas presiones anteriormente citadas, también formaban parte mensajes del acusado a la víctima obligando a la hija que tenían en común a presentar una denuncia falsa contra la madre. Un motivo que desencadenó en una orden de alejamiento con el resto de sus hijos.

Tristemente y sin ver luz al final del túnel, María de los Ángeles volvió con el que se convertiría en su asesino en enero de 2018 para poder estar junto a sus hijos. Pese a ello, el Fiscal sostiene que «las humillaciones y desprecios» continuaban siendo las protagonistas de la escena.

Llegó septiembre, fecha que quedará marcada en la memoria de los familiares. La tarde del 21 de septiembre de 2018, cuando la madre de los cuatro niños se encontraba en la cocina y su hijo pequeño estaba durmiendo, su actual pareja por aquel entonces, aprovechando que ella estaba desprevenida, «de forma totalmente sorpresiva e inesperada y sin dar opción alguna de posible defensa», cogió la plancha con la empuñadura hacia abajo y la golpeó «fuertemente», incidiendo con la punta en la sien derecha. Momentos después la asfixió y la propinó múltiples cuchilladas.

En definitiva, el acusado se enfrentaría a un delito de asesinato, otro de maltrato habitual, dos delitos de amenazas y uno de coacciones, con el agravante de parentesco y género con una pena total de 32 años de cárcel y una cuantía a indemnizar entre los cuatro hijos de la víctima de 400.000 euros.

A falta de unos días para conocer el veredicto final en el juicio, María Rodríguez Jiménez, una prima hermana materna de la víctima mortal, ha escrito una carta dirigida al presunto asesino y le ha pedido al medio EL ESPAÑOL que la publique. 

La carta íntegra

«Empezar a escribir esta carta es muy duro. Llevo casi tres años pensando en lo que te diría si te tuviese delante. No soy persona de insultar ni amenazar, eso no nos lo enseñaron nuestros padres. Si pudiese mirarte fijamente a los ojos te preguntaría por qué. No sólo por qué la mataste, si no por qué le apagaste su vida poco a poco, con tus abusos, tus amenazas, tus desprecios, utilizando toda esa maldad que tienes.

No sólo la destruiste a ella, también acabaste con la infancia de sus hijos, te llevaste por delante hasta el derecho de disfrutar de su madre, ella que tanto luchó por darles de comer, por cuidarlos, hasta el punto de volver contigo a pesar de saber que iba a volver al infierno del que había conseguido salir. Esa menor que utilizaste para que declarase en contra de ella ahora te va a desenmascarar. No llego a alcanzar hasta qué punto una persona puede tener tanta maldad. Si hubiese sospechado del infierno que estaban viviendo en aquella casa bajo tu yugo, hubiese hecho algo por rescatarlos, pero ella callaba por miedo.

Cuando tuvo valor e intentó denunciarte, a alguien le pareció que solo lo hacía por venganza. No la oyeron y otra vez apagaron su voz. Yo me pregunto por qué, cómo puede una mujer demostrar que están amenazados ella y sus hijos, cómo demostrar el daño psicológico, ¿cómo?

Eres un cobarde porque no le diste la oportunidad de defenderse, la atacaste por la espalda, le destrozaste su cara, su cabeza y la asfixiaste poco a poco. Dime, ¿qué sentiste cuando veías cómo su vida se iba apagando poco a poco? ¿Puedes dormir por las noches? Espero que no, que no tengas descanso, que cuando cierres tus ojos veas su cara destrozada por ti.

Su único crimen fue conocerte, enamorarse de ti, creer en tus palabras y pensar que le ibas a dar una vida mejor a ella y a sus niñas. Solo la utilizaste para pagar con ella tus frustraciones. Dime cómo podías estar tan tranquilo cuando la dejabas aquí en Arahal sin nada, sin dinero, mientras tú te dedicabas a disfrutar y ella tenía que ir a Cáritas a pedir para poder comer o al ayuntamiento a pedir trabajo.

¿Qué clase de 'hombre', por llamarte de alguna manera, eres? No sólo nos la quitaste, además nos negaste el derecho de despedirnos de ella. Ni siquiera pudimos despedirnos de ella. Solo le pido a Dios que se le haga justicia y que sufras en tus propias carnes lo que ella vivió, vivas con miedo y que no puedas descansar, porque ella no lo va a hacer hasta que se le haga justicia».