Maria Àngels Feliu, la farmacéutica de Olot secuestrada en 1992

La realidad no contada del secuestro de la farmacéutica de Olot: ‘Es inimaginable’

Maria Àngels Feliu pasó 492 días en un zulo secuestrada por cinco mindundis que no sabían ni cobrar un rescate

La historia la sabemos todos. En 1994, cinco personas, entre ellos dos policías, secuestraron a una mujer en la localidad catalana de Olot. Maria Àngels Feliu, farmacéutica de 34 años, pasó 16 angustiosos meses en el afujero de un sótano. Tras su liberación empezaron a conocerse detalles, pero la historia fue mucho peor de lo que te habían contado.

El periodista de sucesos, Carles Porta, acaba de publicar un libro con detalles sobrecogedores de aquel caso. Su conclusión, 27 años después de uno de los secuestros más largos de la historia de España, es que «todo lo que podría salir mal, salió mal». 

Lo que sorprende del caso de Maria Àngels Feliu es que su rapto fue llevado a cabo por unos auténticos chapuceros. Por eso no se entiende que la policía estuviera 492 días dando vueltas sobre sí mismos sin lograr resolver el caso: «La Guardia Civil se confió, ¿cómo no iba a resolver rápido un secuestro hecho por cuatro ‘piraos’» en un pueblo de 30.000 habitantes».

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Dos de los secuestradores eran policías municipales de Olot. Uno estaba enganchado a las drogas, el otro ahogado por las deudas. El resto del equipo compaginaban su trabajo con el trapicheo a pequeña escala. Un día decidieron dar el salto, secuestrar a una farmacéutica de buena familia y pedir un rescate. «Eran tan inútiles que ni siquiera eran capaces de ir a cobrar los rescates», relata el periodista.

Su plan inicial era cobrar el rescate en pocos días y liberarla, pero la cosa se complicó. En un principio le dijeron a Maria Àngels que eran de la ETA y que la habían llevado a Francia. «Pues yo creo que apenas hemos dado cuatro vueltas», les respondió ella. La Guardia Civil registró 1.200 masías de la zona. Todas, excepto un adosado en el centro del pueblo donde por las noches se escuchaba lamentos. Los vecinos pensaban que eran gatos.

Comiendo cacahuetes con hormigas

Maria Ángels fue recluida en un zulo del tamaño de un armario en el que no se podía ni poner de pie. Pasó los primeros cuatro meses a oscuras y terminó depilándose con un mechero. Durante aquellos días aterradores, Sebstià Comas, uno de los secuestradores entabló una relación de afecto muy especial con ella. 

«Sebas solo se relacionaba con putas. Con las putas follaba y Maria Àngels era la única mujer que le escuchaba. Por eso tardó tanto tiempo en liberarla», cuenta el periodista, que también desvela que, años después, Comas solía rondar la farmacia de Feliu con la intención de entrar y pedirle perdón por todo. Se había enamorado de su víctima.

El cerebro de la trama era Ramón Ullastre, un contrabandista que pasaba dinero a Andorra de forma clandestina y que, durante el secuestro, le gustaba sacar pecho ante los vecinos del pueblo diciendo que tenía a Maria Àngels secuestrada en el sótano de su casa. Nadie imaginó que pudiera tener razón, «y allí siguió, metida en el zulo comiendo cacahuetes con hormigas».

Trágico y cómico a la vez

Carles Porta revela la gran contradicción de este caso, que mezcla tragedia y comedia: «Lo que pasó fue trágico, porque desde luego que lo fue, esta pobre mujer aguantó con una entereza increíble una situación que habría doblegado a cualquiera. Pero también fue cómico, porque todo lo que podría salir mal salió mal desde el minuto uno hasta el final. Fue un despropósito».

La Guardia Civil investigó durante meses sin encontrar una sola pista que les llevara a Maria Àngels. Su relación con la familia se rompió por la desconfianza, e incluso llegaron a darla por muerta. La farmacéutica llegó a escuchar por la radio la noticia de su propia muerte. Decían que estaba enterrada en Albacete, o que podría haber huido al extranjero.

Los secuestradores dejaron decenas de pistas a la policía. Una de ellas, la más evidente, cuando uno de los policías comentó a un compañero de trabajo si se unía a un plan de secuestro con sus amiguetes. «Al final, los secuestradores eran los tontos del pueblo, los que iban por ahí fardando de cochazos, quemando la noche y haciendo el payaso». Por eso no se entiende que la Guardia Civil tardara 492 días en dar con ellos.

En el pueblo la miraban raro

La cosa acabó de la forma más absurda: a su secuestrador, sencillamente, le dio por liberarla. No sabían qué hacer con ella, no eran capaces de cobrar el rescate, y la dejaron ir. Luego se supo que había sobrevivido con una galleta al día para comer, y que había planeado suicidarse con el cinturón de la chaqueta. «Cuando llovía, el zulo se inundaba, es inimaginable lo que pasó allí aquella mujer, no había explicación, no se puede ni contar», dice Porta.

Tras su liberación, Maria Àngels Feliu fue sometida a un calvario mediático. Decían que había fingido su propio secuestro, la miraban raro por la calle, se rumoreaba que era lesbiana porque llevaba el pelo corto. La policía detuvo a dos mindundis y resulta que no tenían nada que ver con el caso. Fue un auténtico despropósitos, y unos y otros se cubrieron de gloria.

Carles Porta disecciona ahora esta historia en el libro «Farmaceutica», un relato contado desde la visión de la víctima para romper con las ideas erróneas que siguen existiendo en este caso. Para ello se ha valido de miles de folios de sumario judicial, investigaciones policiales y las horas y horas de declaraciones de Maria Àngels Feliu ante la policía. 

Maria Àngels Feliu pasó 492 días en un zulo, privada de libertad. Se sigue considerando el secuestro más largo de la historia de España que no es por causas terroristas. La conclusió del autor del libro es que su sencillez fue lo que la salvó: «No se comía la cabeza. Cada día pensaba que iba a ser el último, solo pensaba en eso, y en sus hijos».