Imagen de archivo de un agente de la Guardia Civil frente a un vehículo

Familiares de Mateo, muerto en un tiroteo entre clanes: 'Mataron a un inocente'

Todos los implicados se encuentran en libertad

Imagen de archivo de un agente de la Guardia Civil frente a un vehículo
La familia de Mateo habla por primera vez de su asesinato | Europa Press

El día más trágico para la familia de Mateo Valdecillos fue el pasado 5 de febrero. Fue la noche de aquel miércoles cuando el destino quisó que una bala perdida de un Kalashnikov entrará al salón de su casa del barrio malagueño de La Palmilla y acabará con la vida de este jubilado de 74 años

Fue una víctima colateral de un conflicto entre clanes que aquél día decidió resolver sus problemas con un tiroteo en las calles y acabó con cuatro imputados. Él como explica el atentado policial y publica el diario 'SUR', era un «inocente» que nada tenía que ver con esa disputa y que encontró «la muerte más injusta de todas, fruto de la necedad, las discrepancias y la facilidad con que estos grupos pueden acceder a las armas». 

Mateo Valdecillos era un vecino muy querido y respetado en la barriada de Málaga. Granadino de nacimiento, se instaló en la ciudad tras pasar unos años en los 70 en Barcelona, ciudad a donde emigró por trabajo y donde conoció a su mujer. Una vez se casaron decidieron volver al sur donde formaron una familia de 5 hijos piso del número 5 de la calle Ebro, el 10ºC, que intentaron sacar adelante con su sueldo de transportista hasta su jubilación. 

Meses después de su muerte, la familia ha hablado por primera vez en 'SUR', pidiendo justicia. Y es que saben que el barrio donde crecieron es ahora un lugar peligroso y que los clanes «se sienten intocables, y pasa lo que pasa. Se han llevado por delante a un inocente y han destrozado a una familia entera». Sus hijos piden más contundencia policial y dos de ellos lo hacen con conocimiento, pues uno es Guardia Civil y el otro Policía Local en Alhaurín el Grande. 

Antes del trágico final de su padre, los hijos habían intentando sin éxito que él y su madre se mudaran.  «Les dijimos montones de veces que tenían que salir de allí», explican y añaden en el diario citado que «mis padres no querían. Estaban a gusto. Tenían su piso bien arregladito y no tenían problemas con nadie». 

Ahora ellos ves como los recuerdos les impiden a ellos y a su madre volver a la que siempre fue su casa. Solo han ido para recoger las pertenencias de su padre. Mientras este jueves recibían un tremendo varapalo judicial: los dos principales sospechosos de participar en el tiroteo eran puestos en libertad.