Luz de emergencia de un coche de la Policía

Pablo, el español de 32 al que le arrebataron la vida en una persecución policial

La víctima fue arrollada por un coche a gran velocidad y salió disparada 80 metros

El joven español Pablo Salinas Cervera, de 32 años, es la víctima del atropello que se produjo la noche del jueves al viernes, 28 de mayo, en Pamplona. El joven, trabajador del 'Diario de Navarra', abandonó su puesto de trabajo en la capital navarra para dirigirse a su casa, dejó el coche en el parking subterráneo y fue hacia el paso de peatones para cruzar la avenida de Bayona. 

Sin tiempo para reaccionar, cuando se dispuso a cruzar el paso de cebra le arrolló un coche que iba a más de 100 km/h en una vía limitada a 50 km/h, según los investigadores. El conductor del vehículo se había saltado un semáforo en rojo y Pablo falleció en el acto, ya que a esa velocidad salió despedido a unos 80 metros de distancia. 

El vehículo estaba siendo perseguido por una patrulla policial que ya le había advertido de conducción temeraria poco antes, y cuando los agentes llegaron hasta Pablo pararon a auxiliarle, pero era tarde porque el joven yacía sin vida en el suelo. Los agentes tuvieron que avisar a los servicios de emergencia y llamaron para pedir refuerzos para frenar a ese coche y evitar daños mayores. 

La Policía había empezado a perseguir el coche unos minutos antes porque vio al vehículo derrapando en una rotonda y en sentido contrario. Una vez empezó la persecución, el vehículo causante del atropello aceleró la velocidad y a la Policía le costó seguirle el ritmo porque iban a más de 100 km/h por dentro de la ciudad.

En el fatídico paso de cebra, el semáforo para los coches estaba en rojo y los peatones tenían luz verde. Parado en el semáforo, en el carril derecho, había un vehículo de recogida de basura, por lo que el coche a la fuga se dispuso a seguir su marcha por el carril del lado, donde se acabaron encontrando con Pablo mientras cruzaba. 

El joven no tuvo ni tiempo para reaccionar debido a la alta velocidad a la que circulaban, así que el coche le embistió a 100 km/h, lanzándole disparado a 80 metros de distancia y destrozando la luna delantera del coche y buena parte de su carrocería. Aun así, los detenidos siguieron su marcha hasta abandonar el coche delante de la comisaría de la Policía Local de Pamplona. 

En el vehículo, que se dio a la fuga tras el atropello y ni siquiera intentó frenar en el atropello, viajaban cuatro personas que más tarde serían detenidas. El conductor era un joven de 26 años que había llegado esa tarde a Pamplona para «probar el coche» y participar en el Juevintxo, una tradicional tarde de jueves por los bares del Casco Antiguo de Pamplona. El joven se subió al coche después de beber junto a sus amigos e incluso había consumido drogas. 

Los causantes del atropello se dan a la fuga

Una vez abandonado el vehículo, el conductor y un acompañante salieron en una dirección y los otros dos acompañantes salieron cada uno por su lado. Los cuatro sabían lo que había pasado, ya que el copiloto, el más afectado al destrozar la luna delante del vehículo de su lado, tenía hasta manchas de sangre en su ropa. 

Aun así, ni pararon a ayudar a la víctima ni asumieron responsabilidades y siguieron conduciendo, huyendo del coche. El copiloto fue el primero que se vino abajo durante la huida, ya que llamó a sus padres para explicarles lo que había ocurrido. El padre del joven llamó a la Policía y les explicó dónde podrían encontrarle. 

Mientras, los agentes de Policía localizaron al conductor y a un acompañante, que habían huido a través de un túnel subterráneo. Ninguno de los dos opuso resistencia, pero el conductor sí se mostró más burlón con los agentes hasta que le informaron que la víctima del atropello había fallecido. 

Los padres de la víctima fueron atendidos en el Complejo Hospitalario de Navarra con ayuda psicológica al enterarse de la muerte de su hijo, mientras que el conductor del vehículo fue sometido a varios tests de alcoholemia y sustancias que dieron positivo. Ahora está acusado de cuatro delitos graves, uno de homicidio por imprudencia, otro por conducción bajo la influencia del alcohol y las drogas, otro por conducción temeraria y otro por ausentarse del lugar del accidente sin preocuparse del estado de la víctima.

Los tres acompañantes que iban en el vehículo han sido dejados en libertad porque no pueden ser acusados de ninguno de los delitos, ya que ellos no conducían el vehículo y no dependía de ellos, quisieran o no, alterar el curso de los acontecimientos. El conductor pasará a disposición judicial este sábado y se decidirá si ingresa en prisión provisional.