Ya estamos en la recta final de la docuserie de Rocío Carrasco, y queda claro que esta noche nos esperan muchísimas emociones, entre las que se encuentra la propia prencia de la protagonista en plató. Rociíto ha vuelto a estar presente una noche más, aunque a través de una videollamada en la que ha aprovechado para hablar de la demanda que le imponía hace unos días su hijo David Flores.
De lo que no cabe duda, es de que la hija de 'la más grande' sentía la necesidad de intervenir una vez más y aclarar ciertos aspectos de su testimonio, que hasta el momento nos han dejado completamente sin palabras. Así, según relataba en el avance del nuevo episodio, Carrasco vivió un momento bastante incómodo a la salida de los juzgados en 2017.
En julio de ese año, se celebraba la vista por la denuncia que había presentado contra Antonio David Flores, alegando maltrato reiterado. Un momento en el que Rociíto se encontraba bastante delicada emocionalmente hablando, y que sus detractores supieron aprovechar para ensañarse con ella.
Para ratificar su demanda, Carrasco presentaba unos informes psicológicos provenientes de sus médicos privados. «Esos informes se hacen y se pasan a la jueza instructora de violencia sobre la mujer. Es un informe de la Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género. Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid. Efectivamente está emitido por un médico forense, una psicóloga y por una trabajadora social», ha explicado en el nuevo capítulo de la docuserie.
En los mismos, según lee Rociíto, se estipula que «describe un estado de ánimo disfórico con afectación emocional, resonancia emocional congruente ante las situaciones que refiere haber referido de acoso y manipulación de su imagen pública, por parte del padre de sus hijos, siendo menospreciada y humillada en sus valores maternales, que describe un patrón de síntomas ansiosos-depresivos que pueden conectarse clínicamente con los hechos denunciados».
Es decir, que Carrasco denuncia que se sentía menospreciada y humillada ante la faceta de mala madre que Antonio David se había encargado de vender ante los medios.
«Pedimos al juzgado de Violencia sobre la Mujer que fuera la Unidad de Violencia sobre la Mujer quien hiciera la valoración de todos los informes psiquiátricos de todos estos años que aportamos y que emitieran un informe», explica en la docuserie. «Ese día estoy en la entrevista durante cinco horas contándole a tres personas desconocidas lo que había sido mi vida durante veinte años».
Así mismo, ha enumerado la cantidad de problemas psicólogicos que presentaba en el momento de ese juicio. «La informada presenta una sintomatología característica de un trastorno adaptativo mixto con ansiedad y estado de ánimo depresivo (tristeza, llanto…) y crisis de angustia (alteraciones del sueño, ahogos, tensión muscular, parestesias, taquicardias, trastornos digestivos) que se manifiestan ante la grave conflictividad familiar, pérdida de la relación con los hijos y un estresor definido».
Queda claro que el trato que recibía por parte de los medios tampoco ayudaba en absoluto, ya que Rocío alega que se le mostró muy poca empatía, y que incluso llegó a sentirse humillada por la prensa. Los medios no dudaban en publicar imágenes suyas en las que aparecía con el cabello sin teñir. «Esas imágenes son mías, se han reído después de mí, diciendo que si no iba teñida para dar pena».
De todo ello, la protagonista culpa a «la elevada exposición mediática que provocan secuelas sociales en su patrimonio familiar irrecuperables, así como sintomatología física y afectación anímica». Y, en el informe se especifíca que «se hace recomendable el establecimiento de medidas de protección que limiten la exposición mediática de las cuestiones intrafamiliares y la implementación de intervenciones profesionales terapéuticas».