Año 1996. Tras numerosas sospechas y denuncias, la Policía se traslada a un domicilio de l’Hospitalet de Llobregat y detiene a Margarita Sánchez Gutiérrez, de 43 años y a su hija Sonia, de 16. Posiblemente, por nombre y apellidos no es tan conocida, sin embargo, el caso de ‘La viuda negra de Barcelona’, que parece sacado de una novela negra de Henning Mankell, le pone a uno los pelos de punta.
El origen de una presunta asesina
Apodada así por su modus operandi similar a la del letal arácnido y por un convencionalismo en la semántica del crimen, Sánchez Gutiérrez fue una de las supuestas asesinas en serie más frías que han visto los noventa. Supuesta porque al no ser condenada por ello, no se la puede tratar como tal. Malagueña de origen, se traslada a Barcelona, donde no parece hacer demasiadas amistades. Por aquel entonces, sus vecinos aseguraban que era una persona «difícil de tratar» y «problemática», más bien huraña. Lo que ellos desconocían es que su presencia y, posteriormente, sus crímenes dejarían una trágica huella en la historia del barrio obrero.
Desahuciada de donde vivía anteriormente, Sánchez Gutiérrez se trasladó poco después con su marido, Luis Navarro, y sus hijos, Sonia y Javier, al piso de sus suegros, donde tampoco cuajó la convivencia. Al parecer, su madre política tenía mucho carácter y le exigió a su hijo la mitad de su sueldo, con el fin de sufragar los gastos de la estancia, un hecho que pudo incluso ser determinante y el detonante de la ira de Sánchez Gutiérrez, que procedía de una familia de estructura matriarcal.
Una ola de crímenes «perfectos»
Asimismo, en 1992, durante aquel ferviente verano olímpico, la viuda negra empezó a hacer caer a sus víctimas en ‘telarañas’. La primera presa, una anciana de 70 años que vivía muy cerca del domicilio de Sánchez Gutiérrez, fue hallada inconsciente dos semanas antes de su muerte. La homicida y su hija le robaron más de un millón de pesetas de la cartilla de ahorros.
Su marido, que ejercía de conductor de metro, murió también de manera fatídica en octubre del mismo año, mientras que su madre, suegra de la asesina en serie, ingresó cinco veces en el hospital acusando a su nuera de haberla intoxicado. No obstante, las pruebas no fueron fehacientes. Poco después, la echó de casa junto a su nieta.
En 1993 y ya trasladadas en otro domicilio, madre e hija acaban con la vida de otras dos personas —el cuñado de Sánchez Gutiérrez y uno de sus vecinos, un hombre de unos 50 años, solitario, que incluso llegó a acoger a las asesinas en su casa. Según los periódicos de la época, fuentes policiales no constataron ningún crimen en 1994; sin embargo, en 1995, Margarita intentó asesinar a un amigo de la familia, un varón de 69 años a quien sustrajeron algo más de medio millón de pesetas; y a una mujer, de 67. Esta última era cuidada por Sánchez Gutiérrez, y fue ella misma quien llamó a sus hijas para informarles de que su madre no parecía estar «demasiado bien». A pesar del intento infructuoso de asesinato, la viuda negra le robó joyas y objetos de valor.
Para perpetrar sistemáticamente con una perfecta ejecución sus crímenes, Margarita actuaba solo en su calle y hacía uso de una sustancia conocida como cianamida cálcica. Se trata de un medicamento que trata a pacientes alcohólicos crónicos provocando una fuerte aversión hacia el alcohol. Un mal empleo por cantidad, una mezcla con bebidas alcohólicas, o simplemente si se utiliza por personas sin esta adicción puede provocar la muerte por fallos multiorgánicos o insuficiencia coronaria —que provoca un infarto.
Su uso como ponzoña tiene antecedentes, ya que no solo es efectiva sino que, además de ser una sustancia inodora, incolora e insípida, el cuerpo humano tan rápido que es extremadamente complicada de detectar. De hecho, según apuntan médicos y criminalistas, al cabo de 5 horas no deja rastro.
El perfil psicológico de una psicópata
No cabe duda de que la viuda negra de Barcelona actuó fríamente y sin ningún tipo de remordimientos. Sus víctimas eran vecinos y familiares, e ignorando el posible vínculo sentimental, tampoco vaciló en involucrar a sus hijos. Probablemente, y esto no es una afirmación (solo se sostiene bajo teorías), es una persona incapaz de distinguir entre el bien y el mal, algo muy común. en los psicópatas.
Reducción de condena y un juicio
En enero de 1998, Margarita Sánchez Gutiérrez fue sentenciada a 34 años de prisión. Ahora bien, no se pudieron determinar causas homicidas a falta de pruebas fehacientes. La viuda negra cumplió 18 años de condena por falsificación —se encontraron los documentos de los fallecidos en su domicilio—, robo y lesiones. ¿Cómo es posible que no fuera imputada ni condenada por los asesinatos?
Bien, según distintos criminólogos, Sánchez habría confesado dar cianamida cálcica a las tres víctimas vivas, con el objetivo de ser condenada por lesiones, habiendo alegado muerte natural en los fallecidos, y un desvinculamiento por falta de pruebas incriminatorias de los homicidios.
Paralelamente, el juicio se celebró en 1998 y, a pesar de que el nuevo Código Penal ya estaba en vigor —desde el 24 de mayo de 1996—, los hechos tuvieron lugar con anterioridad, cuando este aún tenía una versión antigua. Asimismo, por conveniencia se le juzgó con arreglo al antiguo Código Penal, que establecía un cumplimento de penas mucho más benigno que el de 1996. Es por eso que la viuda negra de Barcelona cumplió tan sólo la mitad de su condena teniendo en cuenta que el reglamento preveía 1 día de redención de pena por cada 2 de trabajo, y 1 día por cada 3 de buen comportamiento. Actualmente, Margarita Sánchez Gutiérrez reside en Terrassa, sin haber cumplido aún condena por sus supuestos asesinatos.
«El veneno, un arma de mujeres»
Los casos de homicidios por envenenamiento son más comunes entre las mujeres que en los hombres. Según la opinión de criminalistas y criminólogos, esta forma de asesinato es la más cobarde. Pese a ello, está muy relacionada con la astucia, la seducción y la falta de necesidad del uso de la fuerza física. Además, requiere una frialdad considerable, ya, que, en el hecho de envenenar a alguien para acabar con su vida, hay que observar a la víctima que pasa por diversos procesos hasta que muere. Margarita Sánchez Gutiérrez, que se declaró analfabeta en su momento, demostró una gran inteligencia siendo capaz de perpetrar unos crímenes perfectos con templanza y paciencia.