El virus del Nilo Occidental que está causando estragos en la zona de las marismas del Guadalquivir, en Sevilla, puede llegar a ser muy agresivo. Así lo atestiguan algunos de los casos que estos días han aparecido como el de Rafael Artiaga, un hombre de 70 años vecino de la localidad de Coria del Río.
Este jubilado suele pasear todos los días por la ribera del Guadalquivir. El sábado empezó a tener fiebre alta y un fuerte dolor de cabeza, y 72 horas después ingresaba en la UCI con pronóstico grave. Su hijo David explica cómo empeoró el estado de su padre.
El sábado, Rafael Artiaga sintió un fuerte dolor de cabeza y malestar general con fiebre alta y pérdida de apetito. Estos fueron los síntomas iniciales. Tras ver que no le bajaba la fiebre, el domingo llamaron a emergencias y les dijeron que tomara paracetamol y agua. Inmediatamente su familia pensó que se había contagiado del coronavirus.
«Lo primero que pensamos es que podía haberse contagiado de Covid-19, pero sin embargo tras hacerse las pruebas los resultados dieron negativos», relata su hijo. El estado de Rafael iba empeorando, con fiebre más alta, cansancio y mareos, y el lunes al mediodía fue ingresado en Observación del Hospital Universitario Virgen del Rocío.
Su hijo cuenta que en aquel momento, su padre ya presentaba síntomas muy graves: «Apenas nos reconocía y tenía alucinaciones».
David cuenta que el miércoles a las 2 de la madrugada le llamaron para informarle de que su padre estaba muy grave, con síntomas compatibles con una encefalitis. La gravedad de este virus es evidente: «Mi padre ha pasado en 72 horas de tener fiebre a estar intubado y sedado en UCI del hospital».
Por ahora, las pruebas han confirmado que Rafael tiene encefalitis y sus familiares están ahora a la espera de los resultados de la resonancia para saber qué daños cerebrales puede tener. Este es solo uno de la veintena de casos que estos días están entrando en hospitales de esa zona a causa de este tipo de dolencia.
Mosquitos muy grandes
Cuando se descartó que Rafael tuviera Coronavirus, sus familiares empezaron a pensar qué podría ser la causa de las fiebres. Incluso llegaron a pensar que podría deberse a las secuelas de un transplante de hígado que el hombre recibió hace once años.
Entonces se encendió la bombilla. «És nunca nos dijo que notara una picadura de mosquito, aunque otros familiares de pacientes de Coria que están ingresados en este hospital me han dicho que sí lo han notado», explica David, «así que pensé que a mi padre podría haberle picado un mosquitos de los muchos que abundan por el paseo fluvial de Coria».
En ese sentido, recuerda ver grandes mosquitos por la ribera del Guadalquivir en los paseos con su novia hace unos días. Uno de ellos incluso picó a la joven, que sin embargo no ha tenido síntomas, «será porque tiene 26 años y está sana».
David conoce otros casos como el de una mujer de 64 ingresada porque le picó un mosquito y el de otro chico de 14 que se encuentra muy grave en la UCI: «Hay personas de todas las edades».