A pesar de que varios estudios han confirmado que las vacunas contra el Covid-19 que actualmente se administran en España, y en Europa, son eficaces y seguras, todavía hay muchas personas que dudan de ellas y rechazan ponérselas, aunque eso signifique seguir expuesto a un virus que se ha mostrado especialmente virulento con las personas mayores.
Precisamente este último dato hizo que las personas de las residencias de mayores, ya sean sus residentes o sus trabajadores, hayan sido el primer colectivo de toda España en ponerse la vacuna, ya que además estos centros sociosanitarios son los lugares donde se han producido más muertes por esta enfermedad en el último año.
La idea, entonces, es inmunizar lo antes posible al grupo de población más vulnerable, para que el Covid-19, aunque se siga transmitiendo y contagiando entre la población, tenga cada vez menos casos graves y, por lo tanto, menos ingresos hospitalarios y menos muertos.
El problema a la hora de vacunar a los residentes de centros sociosanitarios llega cuando estas personas no están en sus plenas capacidades cognitivas para poder decidir, legalmente, si se ponen la vacuna o no.
En estos casos, según la ley, son los familiares directos quienes tienen la potestad de decidir por ellos, y en el caso de que no puedan o no haya familiares a los que preguntar, el Estado se hace responsable, y en los casos más comprometidos se acude a una decisión judicial.
La decisión de los familiares se ha convertido en noticia varias veces en nuestro país en lo que llevamos de campaña de vacunación, en algunos casos por negarse a vacunar a ancianos y que un juez decida lo contrario, y en otros, como el actual, simplemente por negarse.
Una anciana de una residencia de Ribadeo, en Lugo, fue la única residente que no se vacunó de Covid-19 cuando le llegó el turno a este centro porque su familia más directa decidió que no debía hacerlo, ya que tenían miedo de que la vacuna no fuese segura.
Así, esta mujer no se puso ni la primera ni la segunda dosis de la segunda, convirtiéndose en la única anciana de toda la residencia en no estar inmunizada. Y ahora ha dado positivo por Covid-19.
La residencia había conseguido mantener el virus a raya durante toda la pandemia, pero su positivo ha hecho que se haga la prueba al resto de residentes y al personal, que han dado negativo. Ante esto, el centro repetirá la prueba a la anciana, que ya ha sido aislada del resto de sus compañeros.
La importancia de mantener las medidas de seguridad
La noticia confirma dos cosas que los expertos han repetido varias veces en los últimos meses, especialmente desde que se aprobaron las primeras vacunas. En primer lugar, la importancia de la vacunación para mantener a salvo a las personas más vulnerables, que son precisamente los ancianos, y sobre todo, los de las residencias.
Si se confirma el positivo de esta anciana y el negativo de todos los demás, se confirmará también que la vacuna es una herramienta eficaz para controlar el virus, ya que incluso si alguno de los otros residentes diese positivo, lo habitual a partir de ahora es que estas personas pasen la enfermedad de forma leve.
El otro aspecto a tener en cuenta tras esta noticia es el de mantener las medidas de seguridad, la distancia mínima, el uso de mascarilla o algunas de las restricciones que se aplican actualmente. No todo el mundo estará vacunado contra el Covid-19, algunos por decisión propia y otros porque su situación médica lo desaconseje. Para estos casos, la inmunidad de grupo es la mejor arma para luchar contra el contagio.
Además, el contagio de esta anciana demuestra que aunque gran parte de la población esté vacunada, siempre quedará algún individuo o colectivo vulnerable ante la enfermedad, por lo que habrá que seguir manteniendo las principales medidas básicas contra el coronavirus durante un tiempo, más allá de que se alcance la inmunidad de grupo antes o después.