La Policía Nacional ha desmantelado una organización que se dedicaba a la prostitución de menores en Madrid. En la operación han caído 37 personas, entre los cuales uno de los cabecillas de la trama que ya se encuentra en prisión. Según fuentes policiales, este hombre prostituía a su propia hija menor de edad.
El diario El Mundo desvela que uno de los capos hizo pasar a su hija de 16 años por mayor de edad. La chica celebró una fiesta de cumpleaños en un bar de Tetuán para festejar la supuesta mayoría de edad. También se anunciaba en páginas web de contactos, con esa edad.
Este hombre habría prostituido a su hija durante meses haciéndola pasar por menor de edad. Todo el dinero que ganaba la menor manteniendo relaciones sexuales con clientes se lo quedaba el progenitor. Ahora, este se enfrenta a cargos por corrupción de menores y detención ilegal, entre otros.
Un zulo oscuro y una cama
La Policía Nacional lleva ocho meses tras la pista de este entramado que embaucaba a jóvenes para prostituirlas a cambio de dinero y droga. En la operación se ha detenido a 37 personas de las cuales ocho han ingresado en prisión. Además, han conseguido liberar a diez víctimas de las garras de los explotadores.
Todo empezó cuando la policía localizó a una menor con síntomas de drogadicción y de haber sido prostituida. Durante una de las terapias de los servicios sociales, la joven se derrumbó y explicó su cautiverio. A partir de ahí, la Policía Nacional empezó una investigación que les llevó hasta una peluquería.
Este negocia era en realidad una tapadera, un zulo sin iluminación con una cama donde se practicaban actos sexuales con menores coaccionadas. En el lugar encontraron una cámara de fotos que podría contener material pornográfico de las chicas. Una de las menores sería la hija de uno de los cabecillas de la trama.
Cómo funcionaba la trama
La forma de captación era a través de las redes sociales: los explotadores contactaban con ellas y se ganaban su confianza. Una vez engañadas entraban en el círculo vicioso de la organización, del que ya no podían escapar. Mantenían relaciones sexuales regulares con clientes mayores de edad que les ofrecían dinero y droga.
Muchas de ellas procedían de centros asistenciales de la Comunidad de Madrid y de la provincia de Guadalajara. Al encontrarse en centros de menores, no había control parental de las redes sociales. La Consejería de Políticas Sociales de Madrid ha negado que ninguna de ellas permaneciera bajo tutela en ningún centro.
Los explotadores se aprovechaban de la situación de vulnerabilidad de las muchachas para engañarlas. Primero las enganchaban al crack y luego las introducían en el mundo de la droga. A algunas de ellas las obligaban a distribuir la droga, y una vez que la entregaban eran violadas por los consumidores.
Encerrada en un narcopiso
Los exploradores solían trasladar a las chicas a un polígono de la capital donde ofrecían relaciones sexuales a los compradores. Una de las menores fue encerrada durante tres días en una habitación de un narcopiso en Usera. Cuando entraban los clientes para comprar su dosis, la proxeneta les ofrecía relaciones con la menor.
La menor vivió en ese infierno hasta que consiguió escapar en un momento de descuido de la mujer. Se desplazó hasta un estanco cercano donde pidió ayuda, y llamaron a la Policía Nacional. Así empezó la operación que ha durado ocho meses y ha contado con la participación de 150 agentes.
Los cabecillas de la trama no tenían ningún tipo de escrúpulo. Otro de los capos había solicitado los servicios de una de las menores reservando un vehículo con chofer para trasladarse hasta la vivienda. Una vez allí, él y otros tres hombres abusaron sexualmente de la menor.