Rosalía Bermejo, paciente de Covid-19

El calvario de Rosalía tras enfermar: 'Tomo 16 pastillas al día y no mejoro'

Esta paciente, de 42 años, vive un auténtica pesadilla desde que se contagió

Rosalía Bermejo, paciente de Covid-19
A sus 42 años padece las consecuencias del coronavirus a diario | Cedida

El Covid-19 está calando fuerte en España. Hay pacientes que, tras superar el contagio hace meses, siguen sin terminar de recuperarse por completo. De hecho, algunos de ellos tienen secuelas graves que les impiden lleva una vida normal.

Rosalía Bermejo es una de estas pacientes. Aunque hace siete meses que se contagió de Covid-19, todavía no ha logrado curarse completamente y sufre fuertes dolores musculares y fatiga a diario. A esta mujer le cuesta llevar una vida normal. Y es que cualquier tarea cotidiana para ella es un mundo a causa de las limitaciones como consecuencia del coronavirus.

Vive un auténtico infierno

Desde hace 230 días no sabe lo que es pasar ni un solo momento sin notar síntomas. «Hay días mejores y días peores, pero no hay ningún día bueno», cuenta al diario ‘NIUS’ esta paciente.

Desde que el virus entró en su cuerpo en el mes de marzo está viviendo una auténtica pesadilla. Sufre insomnio, náuseas, diarreas, mareos y se le cae el pelo. A veces, sin esperarlo, le sube la fiebre. Pero si hay algo que nunca desaparece es el dolor agudo en el pecho, los fuertes dolores musculares y una dificultad para respirar que le genera fatiga. «Mi vida ha cambiado 100 por cien. Ahora mismo es impensable poder volver a trabajar. No puedo llevar una vida normal. Si hago cualquier esfuerzo me paso dos días sin levantarme de la cama», comenta.

Hace un mes, Rosalía Bermejo ingresó en el Hospital de Ourense. Le hicieron múltiples pruebas para estudiar todas las secuelas que arrastra desde que se contagió por Covid-19. «Mi internista está tratando de buscar soluciones. Hemos probado diferentes tratamientos. Pero nada. Tomo 16 pastillas diarias y no noto mejoría», subraya.

Antes de que el coronavirus apareciese en su vida, esta mujer de 42 años llevaba una vida completamente normal. No tenía ninguna patología y trabajaba como vendedora en una distribuidora de vinos. Además, Rosalía Bermejo practicaba diariamente deportes y le gustaba llevar una vida muy activa tanto dentro como fuera de casa. «Siempre fui una persona muy activa, muy positiva, de no parar de hacer cosas desde que me levantaba hasta que me acostaba. Y, ahora, me paso el día en casa», explica. «Mi mayor temor es que esto no se me pase nunca», señala.

Las consecuencias de no ir al hospital

Esta paciente ni siquiera estuvo ingresada cuando se contagió. Pasó dos meses horrorosos en casa. «Tuve una neumonía que me produjo una pericarditis en el corazón. Como en aquel momento no me trataron, ahora tengo esa dificultad para respirar y ese dolor en el corazón», expresa Rosalía Bermejo.

Ahora se lamenta de no haberse plantado directamente en el hospital cuando empezó a tener síntomas. Y es que por teléfono los sanitarios que le atendieron poco pudieron hacer por ella.

El 13 de marzo fue el primer día que empezó a notar los síntomas del virus. «Me puse enferma trabajando y al día siguiente cogí la baja», explica. Tres días después decidió llamar a urgencias. «Le pedí que me hicieran la prueba porque me encontraba muy mal. No era capaz de respirar. Me dijeron que seguramente sería ansiedad e, incluso, me recetaron medicación para ella», añade. Por aquel entonces, Rosalía ya notaba fiebre, dolor muscular y falta de aire.

No consiguió que le hicieran la prueba del coronavirus hasta 14 días después. «Y porque mi marido, que es Guardia Civil, se contagió y dio positivo», explica.

Más tarde, ella también dio positivo. A pesar de que ya habían pasado días desde el contagio, los síntomas continuaron. «Pasé dos meses horribles en el sofá. Tenía un dolor muscular bestial, dolores de cabeza, me ahogaba. Ni siquiera podía ver la televisión ni atender al teléfono», cuenta.

Aunque Rosalía Bermejo llamó al 112 y al médico de cabecera para alertar de su situación, le diagnosticaron depresión, ansiedad e insomnio. «En aquel momento es cierto que no paraba de llorar de la desesperación que sentía al ver que pasaban los días y me encontraba exactamente igual. Me sentía agotada. Pero lloraba porque tenía el virus», subraya. Lo cierto es que no acudió al centro hospitalario por responsabilidad. Ya que se pedía que no se acudiese al hospital en caso de síntomas.

Por fin una cita presencial

Cinco meses después de contagiarse, en Agosto, consiguió que su médico de cabecera la derivase a una internista. Ahí fue cuando le diagnosticaron covid persistente, lo que significa que el coronavirus está en el cuerpo y le afecta al sistema nervioso, aunque ya no puede contagiar a otros.

El no haber sido tratada correctamente le dio un buen susto en septiembre. «Un día empecé a ahogarme. Sin motivo aparente, de golpe, noté que no era capaz de respirar», comenta. Le dijeron que era disnea y que sus pulmones no eran capaces de cargar aire para respirar.

Rosalía Bermejo reconoce que lo que empezó siendo un problema físico, ahora le está afectando mucho a nivel anímico. Y es que tras probar varios tratamientos y ver que ninguno le funciona le ha pasado factura y sufre ansiedad.

A esta paciente de 42 años no le queda otra opción que esperar a que por fin los médicos encuentren un tratamiento que, si no puede curarla al completo, por lo menos le permita llevar una vida lo más normal posible.