La gravedad de la pandemia del Coronavirus que sacude al mundo no se debe sólo a lo letal que resulta sinó por las múltiples reacciones que provoca en el organismo. Por eso, desde su aparición hace seis meses, este nuevo virus no ha dejado de sorprender a los médicos con nuevos síntomas y secuelas, como las que ahora salen a la luz.
Todas las alarmas saltaron por casos como el de una mujer en Londres que tras superar el Coronavirus empezó a padecer psicosis y alucinaciones. Según el testimonio, veía leones y monos en casa y aseguraba que alguien la perseguía. Incluso se mostró agresiva con su familia y el personal médico, que la medicaron con antipsicóticos.
El comportamiento de esta mujer es un caso extremo pero muestra parte de las nuevas secuelas del Covid-19, que está causando graves trastornos mentales en las personas que se infectan. De hecho, los médicos creen que se trata más de una respuesta del cuerpo que de la entrada del virus en el organismo.
Conscientes de que va más allá de una enfermedad respiratoria, investigadores británicos han creado una unidad para detectar y estudiar los problemas neurológicos causados por el Covid-19. El trabajo se ha centrado en 43 pacientes y pretende identificar alteraciones.
Los primeros resultados demuestran un amplio espectro de efectos del Coronavirus sobre el cerebro. Los autores los han clasificado en cinco categorías: delirios y psicosis, procesos inflamatorios, accidentes cardiovasculares como el ictus, trastornos neurológicos y un grupo que no saben cómo clasificar.
No hay evidencia, en cambio, de la relación entre el grado de gravedad del Covid-19 y la aparición de este tipo de trastornos.
Además de la psicosis y los delirios, los síndromes inflamatorios son los más habituales. Esta inflamación neurológica es el resultado de la respuesta inmunitaria del cuerpo ante el virus. También preocupa el 24% de casos de encefalomielitis entre niños y adolescentes.
En otro grupo de pacientes se producen accidentes cardiovasculares. Estos se producen en los vasos sanguíneos del cerebro, donde la erosión que produce el virus facilita la formación de trombos y coágulos que se atascan en el cerebro. Entre los casos inclasificables están las alteraciones de la médula espinal, microhemorragias cerebrales e hipertensión intracraneal.
Respuesta inmunitaria exagerada
Los investigadores aún están perfilando las conclusiones del estudio, pero ya tienen algunas pistas: «Los enfermos y sus diagnósticos tienen más que ver con los efectos de bajos niveles de oxígeno en el cerebro en las encefalopatías». Creen que la acción del sistema inmune sobre el cerebro y sus nervios explica mejor los trastornos neuroinflamatorios.
Por lo tanto se trata de una reacción del cuerpo, ya que en ninguno de los casos el virus se ha colado en el cerebro. No es el virus lo que afecta directamente al sistema nervioso central, dicen los expertos, sino en la respuesta exagerada del sistema inmunitario.
Otro efecto que preocupa es la derivada autoinmune. Los anticuerpos destinados a neutralizar el virus también puede atacar a la mielina, una sustancia que recubre las ramificaciones de las células nerviosas y que, además de protegerlas, funciona como lubricante.