El plan del Gobierno para frenar los rebrotes en España mediante el rastreo de los contactos se complica por el nuevo perfil de los infectados del Coronavirus. Si durante la primera oleada, en marzo y abril, la mayoría de los afectados eran hombres mayores de 50 años con patologías previas, ahora el patrón ha cambiado y hace el virus mucho más peligroso.
Porque lo que se está apreciando es un aumento de infectados asintomáticos menores de 60 años que complica las tareas de rastreo de positivos y hace que el virus incida en un grupo de población mucho más dinámico que preocupa a las autoridades sanitarias.
El Coronavirus no es el virus más letal, pero tiene una característica que le ha permitido extenderse por todo el planeta. Si consiste en una amenaza constante capaz de evadir todas las medidas preventivas es porque sus síntomas tardan en aparecer o en muchos contagiados ni siquiera se manifiestan.
Esto hace que cientos de miles de personas sean portadoras sin saberlo evadiendo los controles preventivos mientras propagan el virus. Según las últimas observaciones, esta forma de enfermedad asintomática es la más habitual, sobre todo entre los jóvenes.
Hasta tres cuartas partes de los contagiados por la Covid-19 hasta 59 años podrían haber pasado la enfermedad sin haber manifestado síntomas. Estos son los datos que arroja un estudio a partir de los datos de más de 5.000 positivos confirmados por PCR.
Otra investigación reciente revela que las personas asintomáticas parecer ser responsables de al menos entre el 40% y el 45% de las infecciones por SARS-Cov-2 y pueden transmitir el virus a otros durante más de 14 días.
Un número tan alto de asintomáticos con una capacidad tan grande de transmisión supone un reto para los mecanismos de prevención. Esto pone en jaque el sistema planteado para afrontar la nueva normalidad: la detección de positivos y el rastreo de sus contactos para el posterior aislamiento.
El problema de los asintomáticos es que los médicos buscan dos días antes de la fecha del diagnóstico pero no saben exactamente cuándo esa persona se ha contagiado. Por eso hace casi imposible rastrear este tipo de casos.
También es un problema que las posibilidades de desarrollar la enfermedad sin síntomas aumenten a medida que baja el rango de edad, hasta un 82% en los menores de 19 años. Esto hace que los jóvenes sean un vehículo idóneo para el virus ante la falta de percepción del riesgo en la que pueden incurrir.
Preocupan los jóvenes
Precisamente los jóvenes son el grupo en el que las autoridades sanitarias tienen puesto el foco. Este grupo de edad tiene una menor conciencia del riesgo y protagonizan actitudes de relajación de los hábitos que disparan el peligro de la transmisión.
Según el secretario de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Jesús Cabrillana, «si tú dices me voy de botellón, me lo paso bien y la probabilidad de que me infecte no es segura, pues te irás de fiesta». En su opinión, este es el comportamiento clásico que provoca la transmisión de las enfermedades infecciosas en general.
Cabrillana da por hecho que el virus se va a seguir propagando de forma inevitable. Ante las dificultades de detectar asintomáticos y concienciar a los grupos más jóvenes, insiste que hay que proteger a la población más vulnerable.