Al salir de la nave industrial donde llevaba metido año y medio, un hombre chino preguntó por qué todos los presentes llevaban mascarilla. Él y otras nueve personas no sabían que en España ha habido una pandemia. Tal era el grado de aislamiento que sufrieron durante su esclavitud.
Los Mossos d'Esquadra liberaron en Barcelona a diez personas que fueron objeto de esclavizaje durante un año y medio. Estaban tan aislados que no habían oído hablar del coronavirus. Fueron víctimas de una mafia de origen chino dedicada a la producción y exportación de marihuana.
La policía autonómica catalana llevaba desde 2019 investigando la trama criminal. La operación Long tenía en el punto de mira a los negocios de la mafia china con la marihuana. En abril detuvieron a 65 personas en una factoría de cannabis con 40.000 plantas.
Aquella operación confirmó lo que la policía sospechaba desde hacía tiempo, y es que el grupo criminal tenía a esclavos trabajando en la producción de droga. Se trata de personas vulnerables que traen de su país y que someten a condiciones infrahumanas. La realidad, sin embargo, ha superado todas las expectativas.
Los Mossos d'Esquadra han liberado a diez personas que estaban aisladas trabajando sin descanso para la producción masiva de marihuana. Cultibaban la droga para moverla hacia el extranjero. Sobre todo al Reino Unido, donde esta multiplica por tres el valor de cada gramo.
Han necesitado casi dos años para liberar a los esclavos y detener a sus captores. Un capo y sus siete ayudantes han sido apresados y se encuentran en prisión provisional. El caso está en manos del juzado de instrucción número 32 de Barcelona y la fiscalía de extranjería.
Hacinados en condiciones infrahumanas
Los diez liberados, ocho hombres y dos mujeres, estaban hacinados en pequeños habitáculos aislados dentro de la propia nave. Malvivían en condiciones infrahumanas, respirando el aire asfixiante de la droga durante todo el día. La investigación lo describe como «condiciones deplorables».
Esas personas llegaron a Cataluña engañados con promesas de progreso en el continente europeo. Venían de zonas pobres y esperaban encontrar aquí un medio de vida. Forma parte del modus operandi habitual de las organizaciones criminales, que se aprovechan de la necesidad de las víctimas.
Además, utilizaban la violencia y la coacción para retenerlos en sus habitáculos. Una vez en España, fueron repartidos en plantaciones clandestinas en Centelles, Santa Coloma y Sant Andreu. En el lugar donde vivían encontraron colchones tirados, comida en el suelo y mucha suciedad.
Así pasaron un año y medio, aislados y en condiciones extremas de esclavizaje. Por eso cuando fueron liberados no conocían nada de lo que había sucedido en el exterior. Fue, según los agentes, como «soltarlos en la luna», a lo que además hay que sumarle la barrera cultural entre China y España.
Qué pasará ahora con los liberados
Al salir de sus agujeros, los ciudadanos chinos preguntaron a través de un traductor por qué la gente llevaba mascarilla. Tendrán tiempo para ir sabiendo lo que ha sucedido este último año y medio, que no es poco. Pero la prioridad es facilitar su adaptación al mundo nuevamente.
La normativa española establece que las víctimas de tráfico de seres humanos necesitan ser atendidas de forma específica durante tres meses. En este tiempo se les ayuda a planificar su futuro más inmediato. Con ellos estarán psicólogos y expertos, que les orientarán en su nueva adaptación a la vida.
Mientras, los detenidos tendrán que enfrentarse a las responsabilidades penales de sus acciones. El descabezamiento de su organización criminal es un golpe importante al negocio ilícito de la marihuana en Cataluña. Se calcula que han ganado más de 6 millones de euros a través de sus plantaciones ilegales.