Con el aumento de las ocupaciones durante el Coronavirus, los expertos han puesto el acento en el cambio de perfil de los okupas. En este sentido, el juez Fernando Valdivia, con amplia experiencia en delitos de este tipo, niega que sean personas vulnerables: «muchos llegan a los juzgados con el Iphone último modelo y están lustrosos, no pasan hambre».
Los abohados de los okupas, la mayoría de oficio, esgrimen el argumento de la vulnerabilidad para proteger a estos delicuentes. Sin embargo, el juez explica que no se trata de personas con índices de vulnerabilidad sinó un clan mafioso.
«Cuando les preguntas quién les ha dado las llaves del piso, hay un silencio siciliano», dice el magistrado, que explica que es una forma de vivir y una red que se está expandiendo, y denuncia la cobardía de los políticos con la okupación.
Por su lado, el arquitecto Manel Roger, con veinte años de experiencia haciendo edificios en Barcelona, reconoce que nunca se habían encontrado con okupas tan profesionalizados. «Nos han llegado a okupar el mismo día que entregábamos las llaves», relata. Los okupas están al acecho de las propiedades y esperan que estén listos para poder entrar.
Ahora, dice, la okupación no es de primera necesidad, algo que se ve por ejemplo cuando en una noche se llevan todos los muebles del piso piloto al ático para disfrutar de las vistas de Barcelona. En todo esto, hay un refinado modus operandi.
Entra una persona que se encarga de reventar todas las puertas, cambia las cerraduras y vende las llaves a un precio por piso similar al de una mensualidad de alquiler. Las personas a las que le venden las llaves saben perfectamente que están okupando, pero por 1.200 euros tienen un pisazo durante tres años, dice este experto.
Mientras la vivienda no ha sido entregada al comprador, es la promotora la responsable del inmueble y la que tiene que recuperarla. «Cuando por fin los sacas, te han destrozado el edificio. Es brutal, los destrozan todo, se llevan el aire acondicionado y los electrodomésticos», dice el arquitecto.
Qué hacer ante una okupación
El presidente de la Federación Internacional de Profesionales Inmobiliarias (Fiabci), Ramón Riera, denuncia que el aumento de este tipo de delitos se debe a la pasividad de las administraciones.
En el caso de Barcelona, apunta directamente al gobierno local de Ada Colau, y a las asociaciones que la rodean y que les dan instrucciones a los delincuentes sobre cómo asaltar una vivienda. Riera reclama más poder para las autoridades, y recuerda en en Alemania, Reino Unido o Francia la policía tiene más autoridad y puede actuar sin autorización judicial.
Riera aconseja a los propietarios de inmuebles okupados que no acudan a la vía penal porque se ralentiza mucho más el proceso. Recomienda llamar a la policía inmediatamente para ver si ellos pueden sacarlos, pero no ir a la comisaría a denunciarlo porque se entra directamente en la vía penal y los plazos se eternizan.
Lo más rápido, dice, es contactar un abogado y un procurador e iniciar el proceso por la vía civil ya que, al final, lo que el propietario persigue es echarlos. La condena por usurpación es algo secundario y mientras que el procedimiento civil suele durar entre 6 y 9 meses, la vía penal se alarga más.
El abogado Albert Ferrer resalta la necesidad de no llegar a ningún tipo de acuerdo con el okupa como darle algunos días para que se vaya. Eso supone bendecir de facto la okupación. También señala que no es lo mismo una primera vivienda, una segunda residencia o un edificio nuevo. Si llevas tiempo sin ir al inmueble, la situación de complica.