En el estado de Rio Grande do Norte de Brasil, una familia de tres personas ha fallecido tras el derrumbe de un acantilado en la playa Pipa.
Las víctimas han sido identificadas como Stella Souza, de 33 años, Hugo Pereira, de 32, y su bebé, Sol, de tan solo siete meses.
La familia se encontraba disfrutando de un día de playa y sentados cerca del acantilado en el momento del derrumbamiento. El perro de la familia, que estaba con ellos, también falleció en el desprendimiento.
Los testigos que colaboraron para rescatar los cuerpos señalaron que encontraron el cuerpo de Stella abrazada a su hija, intentando protegerla de la caída de las rocas. Cuando consiguieron llegar hasta ellos, Sol todavía seguía con vida, pero no tuvieron éxito en la reanimación de la pequeña.
«Excavamos hasta que encontramos al padre, y luego encontramos a la madre y a la niña. El bebé todavía respiraba. Por casualidad, un médico pasaba por aquí en este momento. Intentó revivir a la niña, pero ya era tarde», ha explicado Igor Caetano, un empresario náutico que presenció el accidente.
Los desprendimientos de rocas en acantilados cada vez se dan con más frecuencia en esa zona por culpa de la erosión que provocan las altas mareas. Por este motivo, las autoridades brasileñas recomiendan no acercarse a ellos.
Fábio Pinheiro, el secretario de comunicación del municipio, ha señalado que la pareja fue advertida por un funcionario municipal sobre el peligro que suponía permanecer en esa zona.
Pipa es una pequeña localidad turística situada en el distrito de Tibau do Sul, a unos 100 km de la capital del estado de Rio Grande do Norte, Natal. Es una zona muy famosa por sus playas, sus festivales culturales y su gastronomía.
Casos similares
En diciembre de 2019 tuvo lugar un caso similar en Asturias. Cerca de la localidad de Puenxo, falleció un hombre que estaba paseando por una pista forestal por la que se accede al pico de Boo cuando fue sorprendido por el derrumbe y quedó sepultado por las rocas desprendidas.
Las autoridades fueron avisadas sobre las 17:17 horas de la tarde y se desplazaron al lugar junto a los bomberos del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA), que consiguieron rescatar el cuerpo sin vida de la víctima.
Ese mismo mes, sucedió un caso similar en Madrid. Un parte del edificio de la Consejería de Cultura y Turismo de la capital española se desprendió sobre una mujer mientras ella paseaba por la calle Alcalá.
La mujer, de 32 años y originaria de Corea del Sur, sufrió un traumatismo craneoencefálico severo y entró en parada cardiorrespiratoria. Los sanitarios del Samur acudieron al lugar, le practicaron las maniobras de reanimación y la trasladaron al hospital. Allí permaneció en estado crítico hasta que finalmente falleció.
En Montbrió del Camp, en Cataluña, un desprendimiento sorprendió a un hombre que estaba trabajando en una obra para instalar una cañería en un agujero de gran profundidad. Pese a la rápida actuación de los servicios de emergencias, el derrumbe terminó con la vida del trabajador.
El pasado mes de enero, un operario de 60 años se encontraba trabajando en las obras de adecuación del kilómetro 22 de la L3-113, una carretera localizada en La Rioja, cuando un desprendimiento terminó con su vida.
La víctima residía en Logroño y estaba realizando actuaciones de ensanche y mejora en la vía de la localidad de Viniegra de Abajo con una escavadora cuando cayeron rocas y tierra sobre él.