El mar era la gran pasión de Francisco Manuel Navarro, biólogo canario de 33 años, y se sentía afortunado por el trabajo que tenía. Su nombre está en la lista negra de las víctimas del naufragio del Villa de Pitanxo. El joven iba en el pesquero como observador del Instituto Español de Oceanografía.
El barco se hundió en cuestión de minutos la madrugada del pasado martes, mientras faenaba en aguas del atlántico. El naufragio se produjo de forma muy rápida y los tripulantes no tuvieron tiempo de ponerse el chaleco antitérmico. Por eso la gran mayoría han fallecido o desaparecido para siempre.
En la lista de los 24 tripulantes solo hay tres supervivientes y se han recuperado los cuerpos de nueve fallecidos. Las autoridades han suspendido definitivamente la búsqueda de los desaparecidos, a los cuales se da por muertos. Entre ellos está este joven canario que ha muerto haciendo lo que más le gustaba.
Un apasionado del mar
“Era un apasionado de la biografía marina, le encantaba el mar y precisamente allí es donde ha perdido la vida”, lamenta su amigo Manuel Ramón Santana. El canario salió de Vigo el 26 de enero a bordo del pesquero gallego rumbo a Terranova. Allí se hundió la embarcación el pasado martes llevándose la vida de 21 tripulantes.
Entre las víctimas está este joven canario, cuya función era realizar el control de las capturas y del caladero donde faenaban. El muchacho era feliz estando en el mar, y por eso de vez en cuando se enrolaba en este tipo de viajes. La suya es una labor que realizan muchos biólogos a bordo de buques frigoríficos durante meses.
Él mismo había estado en otras pescas que salían de Tenerife, y esta vez lo hizo con el pesquero con base en Marín (Pontevedra). “Salgo para la mar esta semana, un fuerte abrazo, la foto es en tu tierra gallega” escribió a un amigo antes de partir. En el momento del naufragio, la nave estaba en aguas de la Organización de Pesquerías del Atlántico Norte (NAFO).
Vitalista y muy trabajador
Francisco Manuel Navarro era vecino del popular barrio grancanario de Lomo Apolinario, y estudió la carrera de Biología en el campus de la Laguna, en Tenerife. Se pagaba los estudios con el sueldo que recibía trabajando de camarero en un bar de la ciudad. Sus vecinos han mostrado su apoyo a la familia.
Era un chico muy vital y no paraba nunca quieto. Estaba estudiando inglés en la Escuela Oficial de Idiomas para perfeccionar la lengua y abrir su horizonte profesional en el extranjero. Compaginaba su labor de biólogo con el bar de su padre, el Bar Rodríguez, donde siempre echaba una mano.
“Un joven lleno de vida, dotado de una gran vitalidad y de una virtuosa sencillez”, es como definen a ‘Manolo’ los que le conocieron. Sus padres regentan el Bar Rodríguez en Las Palmas de Gran Canaria, y por eso son una familia muy conocida. Ahora están devastados por la pérdida de su hijo en el trágico naufragio.
La tragedia del Villa de Pitanxo
La del Villa de Pitanxo es una de las mayores tragedias de la navegación gallega, ya que la mayoría de los fallecidos no superaba los 50 años. Muchos eran extranjeros que habían llegado a España para ganarse la vida en el mar. Entre los tripulantes había 16 españoles, 10 de ellos de nacimiento.
Poco a poco se van conociendo las historias que se esconden detrás de los nombres, como la del biólogo canario Manuel Navarro. O la de Ricardo Arias García, que sobrevivió a un naufragio en el 2000 y no ha logrado hacerlo esta vez. O la de Juan Antonio Cordero, que se embarcó en su último viaje antes de jubilarse.
En otros, el destino parece haberse cebado de forma cruel. Es el caso de Miguel Lumbres, que no tenía que estar en la embarcación pero lo llamaron en el último momento porque un marinero había sido baja por covid. El español más joven entre los fallecidos es Raúl, un chico de 24 años que estaba en prácticas.