Esta semana ha arrancado en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife el juicio contra Thomas Handrick. En abril de 2019 este alemán mató a su exmujer, Shylvia, y a su hijo de 10 años Jacob a pedradas, en una cueva de Adeje. El menor, Jonas, consiguió escapar de la masacre y se ha convertido en un testigo clave.
El 23 de abril de 2019 una vecina encontró a un niño de 5 años caminando desorientado y en estado de shock. Gracias a un traductor consiguen descubrir la terrible verdad: les dice que su padre ha golpeado a su madre y a su hermano en una cueva. Los agentes que encontraron los cadáveres nunca olvidarán aquella imagen.
El hombre había destrozado la cara de los dos hasta arrancarles los dientes. El crimen que conmocionó la isla se juzga esta semana con Jonas como principal testigo. Thomas, que se enfrenta a la prisión permanente revisable, niega la autoría y asegura que actuó bajo los efectos de la morfina por un dolor de espalda.
La declaración del menor
Según la versión del niño, él, su hermano y su madre llegaron desde Alemania porque su padre les había invitado a una excursión. Alquiló un coche para ir hasta una cueva donde dijo que guardaba “unos regalos de Pascua”. Una vez llegaron al lugar se desató una violencia de la que solo él pudo escapar.
El niño declaró que su padre les había obligado a subir por el camino contra su voluntad. Niega que Thomas tuviera dolor en la espalda y relata que una vez en la cueva atacó a su madre con una piedra. Presa del pánico al ver como su padre se ponía encima de su madre, salió corriendo.
En el juicio también ha intervenido la vecina que hizo de traductora en un primer momento. La mujer ha revelado lo que le dijo el pequeño: “Prefiero vivir que recibir los regalos de la cueva”. Jonas también le explicó que había visto a su madre malherida, con sangre en la boca y sin dientes.
El menor le transmitió a esta vecina su temor porque “pensó que el siguiente sería él”, y no quería ver a su padre bajo ningún concepto. El niño estaba acalorado y muy nervioso, en estado de pánico, por lo que acababa de ver. Su versión se contradice con la de Thomas, que está intentando librarse de la condena.
La versión del padre
Thomas alega que estaba bajo los efectos de la medicación y que en realidad fue su mujer la que empezó a agredirle con una piedra. “Empezaron a volar piedras y al temer por mi vida las devolví al lugar de donde venían”, ha contado. Dice que fue a buscar a su hijo pequeño y que cuando volvió, su exmujer y el mayor ya no estaban.
“Mi mujer estaba emitiendo rugidos y le faltaba la mitad de la cara, con los ojos con un brillo verdoso”, ha declarado. Asegura que no conocía la cueva y que estaba “oscura como un tren fantasma”. Según ha contado, su mujer lanzó la última piedra antes de desplomarse.
Al salir de la cueva dice que se encontraba desorientado, “como si fuera el espectador de una película”. Aun así pudo volver a casa, desvestirse, lavarse y tirar la ropa en un contenedor cercano. “No fui consciente de lo que pasó”, afirma, “solo pensaba que era una pesadilla, un sueño horrible, y que quería despertar”.
Declaran los agentes
En la tercera sesión del juicio declararon los agentes que estuvieron al mando del caso, cuya versión también será clave de cara al veredicto. Han explicado que Thomas estaba “muy tranquilo, con una actitud fría y distante” tras los crímenes. Niegan que tuviera algún trastorno y aseguran que no preguntó por Jonas en ningún momento.
Los agentes han relatado que las víctimas tenían la cara tan destrozada que solo fue posible identificarlos con pruebas de ADN. Thomas presentaba arañazos en la cara y síntomas de estar bajo alguna sustancia. Les sorprendió que estuviera más preocupado por la medicación que por su familia.
Los médicos han confirmado que tomaba medicación por dolores musculares y depresión, pero niegan que afectara a su comportamiento. Thomas y su mujer se habían separado recientemente y aseguran que él sufría mucho por no ver a los niños. Creen que lo tenía todo planeado para acabar con su vida.